Ya está aquí el primer Grand Slam de la temporada, el Abierto de Australia, en el que Novak Djokovic es el rival a batir. Sin embargo, se trata del major tradicionalmente más complicado de predecir: en el inicio del ejercicio y con el estado de forma aún pendiente de definir por los jugadores.

Roger Federer y Andy Murray -Rafa Nadal será la ausencia destacada del torneo- aspiran a asaltar el trono del número uno del mundo. Ambos van a transitar por el mismo perfil del cuadro del torneo. El suizo, cuatro veces campeón, aspira en 2013 a alimentar su relación de triunfos y a elevar el número de majors que contiene su historial, hasta ahora poblado con 17, el mayor jamás alcanzado por un jugador.

Murray aspira a ampliar su crecimiento. Quiere prolongar el paso al frente que ejecutó el curso anterior, cuando por fin consiguió el primer Grand Slam de su carrera después de brillar en los Juegos Olímpicos de Londres, sobre hierba. Finalista en dos ocasiones (2010 y 2011) en el Melbourne Park, el escocés es el tercer gran candidato al triunfo.

El resto, con Ferrer a la cabeza, están a la expectativa. Es el caso del checo Tomas Berdych, sexto del mundo, o, sobre todo, el argentino Juan Martín del Potro, el último al margen de los cuatro primeros en ganar un grande que, por potencial y tenis, trabajan por dar alcance a la aristocracia del circuito. Igual que el francés Jo Wilfried Tsonga o, después, el serbio Janko Tipsarevic, que completan el top ten mundial.

En el cuadro femenino, la estadounidense Serena Williams se presenta como la jugadora a batir. A pesar de partir como tercera cabeza de serie, es la principal favorita para conquistar su sexto título en Australia, mientras que la bielorrusa Victoria Azarenka y la rusa Maria Sharapova desafían la condición de favorita de Williams.