Tras la indigestión que les provocó la gigantesca manifestación del pasado sábado en Bilbo, el respaldo del Tribunal de Estrasburgo a la ilegalización de ANV puso eufóricos a los medios de la caverna. Y la emoción les llevaba a pedir más. Y es que siguen estancados no en el tiempo de las ilegalizaciones, sino bastante más atrás.

«Abc», en un alarde de ingenio, afirmaba en su titular de portada: «El Tribunal de Estrasburgo avala la ilegalización del `Bildu' de 2007», y titulaba uno de sus editoriales «Si ANV era ETA, ¿No lo es Bildu?». Ya, y si «Abc» aplaudía a Franco en su día, ¿hoy es demócrata? Sin embargo, se mostraba dolido porque «Ya no habrá muchas más sentencias como la de ANV. Seis miembros del TC decidieron que, con Bildu y Sortu, los sicarios políticos de ETA se habían transformado de repente en activistas de la democracia española». Hablan de democracia y las palabras que más utilizan son ilegalización y prohibición.

En su hermano del norte «El Correo», Tonia Etxarri escribía sobre la sentencia de Estrasburgo y se refería a la petición de la Fiscalía de la Audiencia Nacional de imputación a Iñaki Goioaga, pues si el juez ordena investigar al candidato a senador, «se volverá a debatir sobre la necesidad de que se haga justicia y se proteja el recuerdo y la dignidad de las víctimas, aunque ETA permanezca durmiente». Qué celo el suyo, y qué mala memoria en otros casos.

«La Razón» obsequiaba al portavoz del Gobierno de Gasteiz, Josu Erkoreka, con una flecha hacia abajo porque «Espera que la decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos contra ANV se quede `en el pretérito' y no condicione `el juego político presente y futuro'». Un deseo coincidente con el de otras fuerzas políticas vascas y de la mayor parte de la sociedad. Concluía «La Razón» que «las sentencias están para cumplirlas, no para ignorarlas». Como si fuese Erkoreka o el propio partido ilegalizado quienes incumplen las sentencias. Si eso es lo que le preocupa, que mire a Madrid.

Más sorprendentemente, a Xabier Lapitz, en «Deia» y el resto de diarios del Grupo Noticias, si bien la sentencia de Estrasburgo le parecía un «mal final para unas siglas históricas», y afirmaba que no han sido las «evoluciones ideológicas» de ese partido las que han conducido a su final, sino «según el TEDH, ha sido su coqueteo con la violencia antidemocrática. Qué pena». Pena, ¿por su ilegalización o porque, según el TEDH, haya sido por eso?