A pocos metros del batacazo
Mikel CHAMIZO Crítico musical
Son varios los factores que se están sumando en el hundimiento de la música clásica en el Estado español. Los recortes, la subida de 13 puntos del IVA, la incertidumbre en los presupuestos, quizá también un exceso de conjuntos y equipamiento -en los 80 y 90 cada autonomía, a veces cada provincia, quiso tener su propia orquesta y auditorio sin atender demasiado a su viabilidad futura-. Quizá nuestra vida musical no esté del todo bien dimensionada, pero es poco probable que su carácter deficitario sea tan insostenible para los presupuestos públicos. No hablamos de tanto dinero. En realidad, y como está ocurriendo en otros ámbitos, esta crisis no es más que la excusa perfecta para que el gobierno del PP trate de imponer su visión conservadora de la cultura como ocio, en vez de como una valiosa herramienta de construcción social. Y el ocio, claro está, que se lo pague cada cual. Se está metiendo la tijera sin pudor: el 71% de recorte del INAEM a la ABAO o el 100% del Gobierno de Nafarroa al Auditorio de Barañain son ejemplos cercanos, pero esa escala se está superando en lugares como Valladolid, Sevilla o Valencia.
El argumento, el mismo que aireó hace dos días UPN cuando anunció su patada en el trasero a la Sinfónica de Nafarroa: la financiación debería depender en mayor medida del patrocinio privado. ¿Pero quién va a patrocinar a un conjunto cómo la Sinfónica de Nafarroa? Con la legislación vigente, solo grandes empresas como Telefónica sacan réditos -imagen- del patrocinio, pero prefieren ejercerlo con instituciones de gran prestigio, como el Museo del Prado o Ibermúsica -el ciclo de conciertos más potente del Estado, por el que pasan las mejores orquestas- .
Si se pretende desmantelar el actual sistema de subvenciones a la música clásica -en muchos casos con una gestión amateur y corrupta, para qué negarlo- deberían brindarse al menos herramientas que la permitan sobrevivir. Otros países, como Reino Unido o Estados Unidos, gozan de una participación mínima del estado en las instituciones dedicadas a la música, pero estas acumulan a sus espaldas larga experiencia en una gestión de tipo empresarial, además de leyes de mecenazgo justas y una coyuntura social que las soporta. ¿Donde está, sin embargo, esa famosa ley de mecenazgo que anunció Wert a bombo y platillo?