Raimundo Fitero
Confesión
En estos tiempos, no hay mejor confesionario que un plató de televisión. Tiene mucha repercusión y, con suerte, hasta te pagan por admitir tus culpas o por lanzar tus excusas. La penitencia se aligera dependiendo de tus dotes para la comunicación ante las cámaras, de la capacidad para controlar tus emociones y tu gestualidad no verbal, de tal forma que puedes lograr una suerte de perdón general, aunque te veas incurso en turbios asuntos. Si convences, parte de la opinión pública, lo que digan los juzgados o las instancias que te puedan sancionar quedarán relativizadas. Y si debe existir un perdón oficial posterior, ese supuesto clamor popular ayudará a que todo pase más rápido y fácilmente y se logre la anulación o el indulto.
Lance Armstrong lo acaba de hacer en un programa de televisión de gran audiencia, que se emite hoy, frente a una comunicadora de primer rango, una estrella televisiva, Oprah Winfrey, que tiene sus propio canal, OWS, y con una promoción previa descomunal, lo que le coloca en un punto de exhibición privilegiad. Y en un simple acto de gran difusión se ahorra todo el calvario de entradas y salidas de tribunales o instancias que se dediquen al control del juego limpio o, dicho de otro modo, los que han descubierto que se dopó a lo largo de su exitosa carrera ciclista. El oprobio público ya está amortizado. La televisión tiene estas consecuencias. Lo que ahora vamos a ir conociendo son las consecuencias de esta primera confesión televisiva. Hasta dónde llega el pacto realizado con las instituciones que le pueden sancionar de manera muy severa y ejemplarizante, del grado de colaboración en el proceso, lo que le llevará a tener que acusar a muchos de sus colaboradores en sus equipos y quizás algo más. Lo que acaba de hacer en el programa de la CBS es la confesión general pero ahora estarán las confesiones pormenorizadas, para intentar que del mal el menos, ya que las sanciones no solamente le quitan honores, sino honorarios, y si tiene que devolver los millones de dólares que ganó por sus triunfos le pueden colocar ante la ruina. Vamos a asistir a un proceso de imputaciones que nos va a hacer crujir los dientes. Esto no ha hecho nada más que empezar.