Amparo LASHERAS Periodista
La igualdad de la crisis
Mientras la corrupción estalla en los áticos del PP, se escucha en Suiza y se desborda en el subsuelo del dinero negro, en el Estado, la crisis que gestiona la derecha, y que llaman sistémica, aniquila y envenena el goce y la seguridad de vivir tranquilos, no ricos, pero si cómodamente sosegados con lo que se tiene, sentimiento este de clase media que ha pasado a mejor vida, enterrado en un nicho colectivo que cada día necesita más profundidad y más anchura. Los empresarios abandonan los negocios cargados de millones de euros (los de Alestis sin ir más lejos) y los trabajadores se hunden en la negrura de una incertidumbre laboral que si no es sistémica, sí resulta devastadora cuando no letal. Pero hay más. La política del recorte necesario, la del palo al más débil para salvar la economía de los que nunca la sufrirán, desnudaba esta semana en Bilbo, a los habitantes de esa realidad a la que siempre se le ha vuelto la cara porque molestaba descubrir en ella las carencias más irrazonables del sistema que se defendía mientras se podía pagar la hipoteca. Hoy, en Lambide, los parados recientes o de larga duración, los desempleados de pantalón de marca y coche de gama media ocupan el mismo espacio en la ventanilla administrativa que los solicitantes de ayudas sociales, los que pernoctan en albergues y se mueven a contracorriente de la vida, en el filo de la exclusión social.
El neoliberalismo nos ha recolocado a todos y la crisis nos iguala por abajo. Se comparten las colas, la espera, el frío de las aceras y algunos se preguntan si también el mismo futuro en la misma pelea. Contestar que sí significa solidaridad, fuerza, un tanto de organización y un mucho de acción.