La persecución a las fotos de presos vascos escribió ayer un nuevo capítulo con tintes surrealistas. El joven Xabier Bidaurre fue juzgado en la Madrid, en una vista centrada en definir si la huella dactilar hallada en la cinta de celofán de un cartel con fotos de presos vascos era suya.

El cartel fue requisado en las fiestas de Galdakao de 2010, y Bidaurre fue juzgado por ello. Se le imputa una vez más «enaltecimiento del terrorismo», y la Fiscalía reclama un año de cárcel por ello.

Dos peritos de la Ertzaintza declararon durante el juicio, que en diciembre se había aplazado precisamente por su inasistencia. Afirmaron que en la parte pegajosa del celo se encontraron huellas dactilares, que luego se cotejaron con la base de datos de la Policía autonómica. Solo una de las huellas coincidía aparentemente con alguna de las registradas por la Ertzaintza, la de Xavier Bidaurre. Uno de los ertzainas explicó que el hecho de que la huella estuviera en la parte adhesiva de la cinta evidencia que la persona que la usó fue la que la despegó del carrete para colocarla, lo que para el fiscal, Jesús Alonso, indica que participó en la colocación del cartel.

El abogado del encausado, Kepa Landa, subrayó por su parte que no hay más indicios que esta huella y que resulta claramente insuficiente. Añadió que a tenor de los datos de la Ertzaintza en la colocacion habrían podido participar unas 45 personas y que, además, el hecho no supone «enaltecimiento».