Crónica | Protesta en Madrid
«Político ladrón, guillotina y paredón» frente a Génova
Cientos de personas se concentraron ayer frente a la sede del PP en Génova. Denunciaban los nuevos casos de corrupción vinculados a Luis Bárcenas, extesorero de la formación. Pero también los recortes impuestos por la derecha española.
Alberto PRADILLA
«A los ladrones se les detiene, os pagamos para eso», gritaba un hombre entrado en años frente al cordón policial que blindaba la calle Génova. Pasaba media hora de las 19.00 y cientos de personas trataban de acercarse a la sede del PP. No lo consiguieron. Un fuerte cordón policial, con vallas similares a las que el Ministerio del Interior ha instalado de forma permanente junto al Congreso blindaban la calle. Pese a la fuerte presencia de agentes antidisturbios y a la amenaza velada de la delegada del Gobierno español en Madrid, Cristina Cifuentes, que prometió multas para los participantes, los gritos contra la corrupción llegaron hasta las puertas del gran núcleo de poder de la derecha española. Eran menos de los esperados. Sin embargo, el enfado era patente. Todo se resume en uno de los cánticos más coreados: «político ladrón, guillotina y paredón».
«Es una vergüenza, la gente lo está pasando muy mal y ello imponen medidas para enriquecerse». Ángeles Carrasco, funcionaria madrileña, era una de las participantes en la protesta. Había rabia, pero también una pregunta: ¿qué tiene que ocurrir para que sean miles las personas que salgan a la calle? «Mucha gente sigue engañada, cree que las medidas que se están adoptando son necesarias», consideraba Carrasco. «Hay poca gente, sobre todo teniendo en cuenta la gravedad de los hechos, pero mucha para ser una convocatoria lanzada hace apenas 24 horas», consideraba Paula García, sanitaria.
Diversas luchas
El nuevo capítulo de corrupción ha constituido una gota más en las mareas de indignación que repuntan semanalmente en Madrid. Así que ayer se mezclaban las consignas contra el PP con los lemas que denunciaban la presencia policial. A ellos se le sumaban la defensa de la sanidad pública, en riesgo de privatización o las reivindicaciones de Telemadrid, cuyos trabajadores, recientemente despedidos, exhibían carteles en los directos de alguna televisión privada. La sensación de agresión es global. Aunque también es cierto que existe una cierta sensación de que la sociedad está vacunada contra la cleptocracia. «Tengo asumido que roban, pero es obsceno; no se molestan ni en disimular», afirmaba Dani, estudiante de Ciencias Políticas. «La corrupción hay que atajarla. Y precisamente por eso estamos aquí. Porque creemos que la Justicia debe de ser independiente», añadía Paula García.
Resulta paradójico que, mientras corresponsales de medios internacionales se preguntaban cuándo iban a dimitir los miembros del Gobierno ante un escándalo que afecta directamente a la financiación de su partido, poca gente en la concentración podía creer que esto se produjese. «No tienen vergüenza. ¿Estos son nuestros representantes políticos? ¿Tienen que protegerse?», clamaba Vicky Romero.
Pasadas las 22.00 horas, la concentración llegó a su fin. En ese momento se produjeron algunas identificaciones, que podrían ser luego utilizadas por la Policía para imponer multas. Aunque la sensación general era de que no será la última vez que vuelvan a manifestarse a las puertas de Génova. También, con un regusto amargo. Como afirmaba una manifestante mientras se marchaba, «la gente tiene muy mala memoria. Luego vuelven a votar al PP».