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Belén MARTÍNEZ Analista social

«Paris flehitleri ölümsüzdür»

 

Velas encendidas en señal de duelo a la entrada del portal del Centro de Información del Kurdistán de París, en el número 147 de la calle Lafayette. Tulipanes, claveles y narcisos esparcidos cuidadosamente por el suelo, para honrar la memoria de Sakine Cansiz (cofundadora del PKK), Fidan Dogan y Leyla Soylemez, las tres compañeras inmortales (yoldafllar ölümsüzdür).

Confieso que soy bastante escéptica en cuanto al esclarecimiento de la autoría del asesinato de las activistas kurdas. Quienes perpetraron este crimen tal vez pretendían sembrar las dudas en el seno de una comunidad separada por cuatro fronteras estatales, y cuya historia está jalonada de episodios de represión, exilio, masacres, diásporas y resistencia. La tesis de un atentado contra un proceso de negociación no resulta nada desdeñable. ¿Un atentado cometido por una célula Ergenekon? ¿Una de las redes antiterroristas de Gladio, vinculado a la OTAN e implicado en numerosas ejecuciones extrajudiciales de militantes de la resistencia kurda? ¿Las cloacas del «Estado profundo» turco? ¿Los lobos grises? ¿Se llegará hasta el fondo del asunto? Hay que ser muy ingenua para pensar que la sede del Centro, sus responsables, así como quienes lo frecuentaban de forma habitual, no eran objeto de vigilancias varias.

Pienso que son muchos los interrogantes sin resolver, mientras contemplo las imágenes del recibimiento de los restos de las activistas kurdas en Diyarbakir, la ciudad acariciada por el Tigris, que en 2001 acogió el «Encuentro de mujeres por la paz». Narcisos, tulipanes y claveles para las mártires inmortales de París (Paris flehitleri ölümsüzdür).