Netanyahu unirá su suerte a la de los cada vez más irreductibles colonos
Cada vez más escorado a la derecha, el electorado israelí revalidará hoy, salvo sorpresa mayúscula, a Benjamin Netanyahu como primer ministro en las elecciones legislativas pero la composición y estabilidad del futuro ejecutivo en coalición está ya en cuestión.
Philippe AGRET | JERUSALÉN
Según los últimos sondeos publicados el pasado viernes, la lista ultraderechista del Likud de Benjamin Netanyahu, aliada con el partido Israel Beitenu, del islamófobo Avigdor Lieberman, lograría de 32 a 35 escaños de un total de 120 en la Knesset, un resultado mediocre para estas dos formaciones, que suman actualmente 42 diputados.
Esta lista conjunta ha visto surgir a su derecha a la Casa Judía, de Nartali Bennett, que encarna el movimiento sionista religioso cercano a los colonos y al que las encuestas auguran hasta 15 escaños (ahora tiene 3).
En el centro, el histórico Partido Laborista lograría 16 o 17 asientos; Yesh Atid, un nuevo partido, de 10 a 13 y HaTnuha, el movimiento lanzado por la ex ministra de Exteriores Tzipi Livni, siete u ocho.
En todos los casos el bloque de derecha-extrema derecha supera a los partidos menos extremistas. Y, como líder de la lista más fuerte, Bibi Netanyahu tiene prácticamente asegurado un tercer mandato.
Políticos y analistas esperan una coalición entre Likud-Israel Beitenu; la Casa Judía, estrella y única sorpresa de una campaña anodina; las formaciones ultraortodoxas e incluso los centristas de Yesh Atid. Tampoco se excluye la incorporación en el último momento de Livni.
«Estamos ante una gran victoria de los colonos, que se han convertido en la fuerza ideológica dominante del país», resume Shalom Yerushalmi en el diario «Maariv».
Coalición inestable
Este bloque ideológico no da garantías de estabilidad política. «Pienso que el próximo Parlamento (Knesset) no durará más de un año y medio», predecía el domingo, en un debate electoral en Tel Aviv, Emmanuel Navon, candidato de Likud y universitario, quien teme que Netanyahu se convierta en «rehén de una coalición inestable».
Y es que a Netanyahu le esperan grandes desafíos, tanto domésticos como internacionales.
Si puede alardear de unos datos macroeconómicos aceptables, este sionista liberal afronta este año un «muro presupuestario» en razón de un déficit del 4,2% en 2012, dos veces más elevado que el previsto.
Este endeudamiento va a forzar al próximo gobierno a imponer una severa lista de recortes en un momento en el que la oposición laborista ha levantado la bandera de las cuestiones sociales (vivienda y educación), principal preocupación de las clases medias
También en el terreno internacional, Netanyahu es el objetivo de crecientes críticas de la comunidad internaccional y deberá afrontar presiones, particularmente de las cancillerías europeas, para reanudar el diálogo, suspendido desde setiembre de 2010, con el presidente de la ANP en Cisjordania, Mahmud Abbas.
Obsesionado por Irán, el primer ministro no ha logrado convencer a sus aliados, sobre todo a EEUU, de la necesidad de una operación militar contra las instalaciones nucleares iraníes. Y, todavía peor sus relaciones son notoriamente malas con el presidente Obama.
Netanyahu hizo campaña el domingo en el funeral por un pionero de la colonia de Ariel, en Cisjordania. «Ariel, capital de Samaria, es vital para la seguridad de Israel. Si Dios quiere, como Jerusalén será nuestra capital eterna, Ariel nunca será separada de Israel», prometió.
«Los jóvenes sabemos que si queremos tener hijos necesitamos dinero. Y no lo tenemos. No podemos ofrecerles lo mejor», denuncia Stav Shafir, indignada y reclutada por el Partido Laborista.
El movimiento del verano de 2011 era «una mezcla de personas con reclamaciones diferentes y que se encuentran en todos los partidos. Ningún partido ha logrado reunir a todos esos descontentos», señala Ben Zion Zilberfarb, profesor de economía en la Universidad de Bar Ilan.
En verano de 2011, un movimiento de protestas sin precedentes reveló el malestar de las clases medias por el coste de la vida y el debilitamiento de los servicios públicos, pero 18 meses más tarde, ¿será capaz el laborismo israelí de movilizar a este electorado?
El movimiento, que estalló por el alza vertiginosa del precio de la vivienda, culminó el 3 de setiembre con medio millón de manifestantes (alrededor de un israelí de cada diez). El Partido laborista a reclutado a varias de sus figuras y ha fundado su campaña en la defensa de las clases medias. Stav Shaffir, una de los portavoces de los indignados, es el número ocho en la lista laborista.
En campaña en el kibbutz de Gevim. cerca de la Franja de Gaza, denuncia que «hemos hecho todo, servimos en el Ejército, pagamos muchos impuestos, intentamos ser los mejores ciudadanos pero nuestro Gobierno no nos garantiza un mínimo de seguridad», señala, para denunciar que la mitad de los trabajadores cobra menos de 1.170 euros mes. GARA