Gloria LATASA gloriameteo@hotmail.com
Troncos nevados
Cuando el viento se encuentra con un obstáculo (un árbol, una rama...) se queda un
instante inmovilizado. Justamente en el punto donde se ha producido el contacto
Los caprichos de la nieve me llevan a raquetear por la Sierra de Aralar. Me acerco a Lekunberri en una mañana que promete copos blancos en la misma población. Sin embargo, las temperaturas han subido un poco más de lo previsto y ni una estrella blanca se deja caer por el lugar. Continúo subiendo y a la altura de Albi el paisaje ya se ha desembarazado de su traje verde habitual.
Recupero la vieja sensación de sentirme torpe caminando con raquetas y me dirijo hacia la cima del Beloki. Hay una buena capa de nieve limpia, blanda, recién caída que me permite disfrutar. Está blanco el suelo, están blancos los árboles y están blancos los espinos que tienen camufladas bajo los copos sus manzanitas de pastor.
En los hayedos reina la calma pero al salir a terreno abierto el viento empieza a soplar. Más aún, se le oye rugir allá, por los altos. Un sonido que no invita a seguir subiendo... Además, comienza a nevar con fuerza.
El deseo de un rato de descanso exige ponerse a buen recaudo. El rincón elegido será un pinar con ejemplares muy altos. Curiosamente, todos ellos, desde la base hasta la copa, pero solo en un lateral, están nevados. ¿Qué puede hacer que estos pinos estén nevados por un solo lado?
En principio, cuando el viento se encuentra con un obstáculo (un árbol, una rama, un poste de teléfono...) se queda un instante inmovilizado. Justamente en el punto donde se ha producido el contacto. Posteriormente, parte hacia ambos lados, contorneándolo.
Lógicamente, cuando nieva a la vez que hace viento, los copos se depositan en el lugar en el que el aire se estanca. Es el punto en el que pueden aproximarse unos a otros y adherirse a la superficie del obstáculo con el que se han topado. Esa es la razón por la que una capa de nieve longitudinal puede terminar por recubrir el lado de los árboles (o de cualquier otro objeto) expuesto al viento.
Sobre sus otros lados no permanece ningún depósito de nieve porque la velocidad del flujo a su paso por esos lugares no ha hecho posible que se produjera allí ningún choque ni pegado de los correspondientes cristales.