El Parlament de Catalunya aprobó el miércoles una declaración nítidamente soberanista, y claro, ayer no había editorial que no hablara del tema. No solo en el Principat, también en los diarios publicados al oeste de Fraga y al sur del Ebro. Todos coincidían en criticar lo que se vio en la Cámara, pero lo hacían, por supuesto, porque están preocupados por el bienestar de las catalanas y los catalanes.

«El País» afirmaba que «la declaración de soberanía no tiene ningun efecto jurídico ni consecuencias concretas en términos de relaciones institucionales, pero sí consecuencias políticas negativas, tanto para Cataluña como para España: prefigura un escenario de confrontación que distrae fuerzas y energías de lo que debería ser la prioridad política, que es salir de la recesión». Olvida decir el periódico de Prisa que si esa confrontación se produce será porque así lo decidan los mandatarios españoles, no los catalanes. Por cierto, hasta hace dos días no había recesión y este tipo de declaraciones tampoco valían...

En «La Razón» se lo pueden imaginar. Titulaban el editorial «Una declaración inútil», y decían de la misma que «resulta tan estéril e inoperante como todas las anteriores porque ni se ajusta a la legalidad ni es compatible con la Constitución». ¿Entonces por qué están de los nervios? Para el diario ultracentrista, «lo que sí ha logrado esta iniciativa ha sido cuartear la convivencia entre los catalanes, crispar la gestión política en el peor momento de la crisis económica y sembrar la discordia en el seno de las dos formaciones políticas más votadas de Cataluña», es decir, que «todo el mundo ha salido perdiendo». Oiga, pues las amigas catalanas de servidora están muy tranquilas y tirando a contentas. Y sus amigas y amigos, también.

«El Mundo» echaba el resto y titulaba en Primera: «85 diputados catalanes usurpan un derecho de todos los españoles». Con este titular, no se extrañarán de que el editorial comenzara diciendo que «el Parlamento catalán cometió un flagrante acto de ilegalidad». Para el diario de Pedro J., «sería un acto de autismo político ignorar que estamos ante una hoja de ruta hacia la independencia y un abierto desafío al Estado. Ello debería tener una respuesta inequívoca e inmediata del Gobierno». Pero por el bien de Catalunya, claro...