Claude Larrieu Militante de Nouveau Parti Anticapitaliste-Pays Basque
Tropas francesas fuera de Mali y de África
Francia, que no ha cesado de apoyar las peores dictaduras y se ha implicado en las peores masacres como el genocidio de Ruanda, es la fuente de los problemas y no puede ser la solución
En general, cuando el Gobierno francés se ocupa de los malíes, suele ser para expulsarlos. Ahora, Hollande y su Gobierno justifican la intervención militar aduciendo la lucha contra el terrorismo, y quieren hacernos creer que de repente se han convertido en defensores de las poblaciones de Mali.
La realidad es bien diferente. Se trata de una intervención imperialista destinada a preservar los intereses de las multinacionales francesas. Así, Bouygues, que controla la pro- ducción eléctrica, está también presente en las minas de oro de Mali; Orange en la telefonía; Delmas o Bolloré en el algodón. Y el uranio de Níger, muy importante como se sabe para la energía nuclear, es explotado por Areva en una zona fronteriza de Mali.
El drama de la toma de rehenes de Argelia -que ha ocasionado al menos 55 muertos, entre ellos los 23 rehenes, según el primer balance provisional oficial- permite a François Hollande reafirmarse en su decisión de intervenir militarmente en Mali. En el lado contrario, este drama es una condena de la intervención neocolonial de Francia.
¿Cómo se puede creer que la guerra se limitaría únicamente a Mali? ¿Cómo no pensar que contribuiría a crear un caldo de cultivo que utilizarían los integristas islamistas? El sangriento impasse de la guerra de Afganistán ya ha sido una demostración terrible de ello.
Pero el verdadero reto de esta guerra no es la lucha contra el terrorismo o las prácticas bárbaras de los grupos islamistas. No está orientada a servir a la libertad, como pretende Hollande, sino a los intereses geoestratégicos y económicos de las multinacionales en cuyo nombre han muerto los rehenes que les han sido ofrecidos en sacrificio en In Amenas.
La crisis malí hunde sus raíces en el desastre económico y social originado por el liberalismo e impuesto por los potencias imperialistas y los regímenes dictatoriales locales que garantizan sus intereses. La intervención de Francia en Mali se sitúa en una larga tradición. Desde la independencia de los países africanos, Francia ha intervenido en unas sesenta ocasiones. Para ella se trata de mantener su influencia política y económica.
El pueblo malí, sea del norte o del sur, necesita desarrollo, dignidad y prosperidad y no bombas y servidumbre. Expulsar a las bandas islamistas armadas que quieren imponer sus leyes es una cuestión que corresponde al pueblo malí. Es él quien debe decidir libremente su futuro.
Ahora existe el riesgo de una crisis humanitaria de primer orden. Tras seis días de conflicto, la ONU ha contabilizado ya más de 150.000 refugiados que huyen de las zonas de guerra, refugiándose en países donde reina la pobreza. Los desplazados al interior de Mali son ya 230.000.
En Francia, la intensificación del plan «Vigipirate», la voluntad de dramatizar a ultranza los riesgos de terrorismo contribuyen a reforzar, al mismo tiempo, el clima racista.
Rechazamos la cuasiunión nacional que se ha constituido para aceptar y hacer esta guerra. Francia, que es la fuente de los problemas, no puede ser la solución. Francia, que no ha cesado de apoyar las peores dictaduras, que se ha implicado en las peores masacres como el genocidio de Ruanda, no puede pretender defender los derechos de los pueblos en África. Denunciamos la Françafrique; afirmamos nuestra solidaridad con las fuerzas progresistas africanas y malís que se oponen a la intervención francesa. ¡Los soldados franceses deben retirarse de Mali y de África!