Análisis | presente y futuro de Rusia
Los problemas le crecen a Putin
El presidente ruso, Vladimir Putin,inaugura el nuevo año arrastrando viejos problemas. El más llamativo es la corrupción en los estamentos más altos del poder, una muestra del estancamiento del actual sistema de gobierno en Moscú.
Pablo GONZALEZ Periodista
El año 2012 no fue fácil para Vladimir Putin pese a su reelección para un tercer mandato. A la presión de la oposición no parlamentaria se ha unido un problema que parece preocupar mucho más a los rusos, la corrupción de alto nivel. Se han destapado varios casos que afectan a altos cargos de la Administración. Dos de estos, los de mayor resonancia, han afectado a campos de gran prestigio para la sociedad rusa: la defensa y el espacio.
Cada vez es mayor la sensación de estancamiento del Ejecutivo. El Gobierno lo forma el mismo núcleo desde 2000. Y no parece que la cosa vaya a cambiar ya que con el mandato actual, Putin estará en el poder por lo menos hasta 2018, y no es descabellado pensar que o cambia mucho el panorama o volverá a ser elegido hasta 2024. Eso le convertiría en uno de los líderes rusos con más años en el poder, el más longevo desde Stalin.
Quizás por ello, y en un intento de limpiar sus filas, así como de mandar un mensaje claro al resto de los altos cargos, se han empezado a producir sonadas destituciones. Todos los casos siguen un patrón: un alto cargo que junto a su equipo se ha adueñado de una gran cantidad de dinero estatal. Sin embargo, en el país más grande del mundo, potencia nuclear, uno de los pioneros en el espacio y el primer exportador de petróleo y gas, no todo es lo que parece.
Corrupción en defensa. En noviembre, Putin destituía al ministro de Defensa, Anatoliy Serdyukov, por su «incapacidad para administrar las propiedades del Ministerio». Pero a pesar de que este paso se puede interpretar como un gesto de mano dura contra la corrupción, desde otra perspectiva posiblemente sea una intriga de palacio con un trasfondo mucho más banal.
Serdyukov era director de una tienda de muebles en San Petersburgo allá por el año 2000. Pero su carrera dio un salto cualitativo cuando se casó con la hija única de Viktor Zubkov, un estrecho colaborador de Putin que llegó a ser primer y viceprimer ministro.
Serdyukov pasó en solo cuatro años a encabezar entre 2004 y 2007 el Servicio Federal de Impuestos hasta ser nombrado titular de Defensa.
Serdyukov se fue rodeando de un grupo de estrechos colaboradores, colaboradoras para ser exactos. Precisamente una de ellas, Evgeniya Vasileva, encabezó desde 2010 el departamento que se encargaba de manejar las numerosas propiedades del Ministerio. Esta atractiva joven de 33 años de San Petersburgo, pudo costearse así un apartamento de 13 habitaciones en el centro de Moscú por valor de más de un millón de dólares.
Pero no todo iba bien en la Defensa rusa. Eran muchos los militares que se quejaban de que el dinero no llegaba, y no en forma de armas y otros equipamientos, sino como vivienda y bienestar prometido a ellos y a sus familias. El agujero inicialmente detectado se eleva hasta los 7.000 millones de rublos (cerca de 180 millones de euros).
La fórmula era sencilla, los funcionarios del Ministerio firmaban acuerdos con empresas afines que o bien nunca realizaban las obras contratadas o las hacían a unos precios desorbitados. La inmensa mayoría de obras se adjudicaban a dedo o mediante concurso amañado. Una vez empezadas las investigaciones, todas las miradas se dirigieron a la administración del Ministerio de Defensa. Las pesquisas llegaron finalmente al piso de Vasileva, donde los investigadores se presentaron por sorpresa la madrugada del 25 de octubre, sorprendiendo en dicho apartamento no solo a la investigada, sino también al propio ministro de defensa.
La conclusión lógica, y así lo señalan varios opositores, es que si el ministro hubiera sido fiel a su familia, o al menos más comedido en sus relaciones extraoficiales, nada hubiera ocurrido. Las denuncias sobre indicios de corrupción eran nume- rosas desde hace años pero nada se hizo hasta que, seguramente, el suegro se cansó de tanto desplante e hizo mover sus relaciones personales con Putin.
De paso, Serdyukov sirvió de ejemplo para el resto de los altos cargos. Todos pueden caer si traspasan la línea de la paciencia de Putin y sus allegados. Ahora está por ver el nivel de desgracia en el que ha caído el desafortunado yerno. Hasta la fecha no ha sido procesado, pero tampoco ha obtenido ningún cargo más desde entonces.
Corrupción en el espacio. En noviembre saltaba otro escándalo, esta vez en la agencia espacial rusa, Roskosmos. En este caso la investigación llevaba en curso más de dos años, o al menos así lo ha asegurado el jefe de la administración presidencial Serguei Ivanov. El agujero detectado ha sido de 6.500 millones de rublos (165 millones de euros), un 5,6% del presupuesto de la agencia. El asunto le ha costado el puesto a Yuri Urlichich, jefe del proyecto GLONASS (el equivalente ruso al GPS norteamericano).
En la agencia espacial no están implicadas relaciones personales de tan alto nivel; sin embargo, también surgen dudas. La principal es el por qué de la demora en destapar el caso si varios altos cargos sabían lo que ocurría, como el propio Ivanov. La versión oficial justifica el silencio «para no entorpecer la investigación». La otra posibilidad es que para la nueva campaña desatada por el Kremlin contra la corrupción necesitan de altos cargos con los que dar ejemplo y de paso redimirse a los ojos del electorado.
La pérdida de varios satélites en los últimos años, entre ellos tres GLONASS, han llamado la atención de la opinión pública rusa. El espacio, uno de los pocos campos en los que se ha conseguido mantener la herencia soviética, también entraba en crisis. No es de extrañar que las autoridades rusas hayan reaccionando intentando poner orden en el sector. Si no hubieran existido esos fallos no habría habido investigaciones.
Toda esta ola de lucha contra la corrupción ha surgido en el momento cuando el índice de popularidad de Putin y su equipo es más bajo que nunca. Se les acusa de intentar perpetuarse en el poder y de haber entrado en una época de estancamiento comparable a la del Gobierno de Brezhnev en la URSS entre 1964 y 1982. Con una gran cantidad de funcionarios y miembros del partido enriqueciéndose escandalosamente, viajando en coches de lujo, adquiriendo propiedades de gran valor no solo en Rusia, sino también en el extranjero. Hace tiempo que todo esto ha dejado de ser un secreto bien guardado, y es de dominio público.
Con la lentitud característica de los últimos años de Gobierno Putin-Medvedev parece que se empieza a combatir la corrupción, aunque los primeros pasos son un tanto confusos y no está claro a qué intereses responden.
En cualquier caso, la sociedad rusa ve estos dos casos desde una doble perspectiva. Por un lado se celebra la detención de corruptos, pero por otro lado se pone de manifiesto la corrupción, cuya existencia se negaba hasta hace poco, y a unos niveles que dejan poco lugar al optimismo al hablar de la actual clase dirigente rusa.