La muerte de la monja española vinculada al robo de bebés llevará al archivo de dos casos
GARA | MADRID
El fiscal superior de Madrid, Manuel Moix, señaló ayer que los dos presuntos casos de robo de bebés que se investigan en juzgados madrileños y en los que la religiosa María Gómez Valbuena, conocida como «sor María», es la única imputada, «están abocados al archivo», tras el fallecimiento de la monja. En el mismo sentido se expresó el Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
En declaraciones a Efe, Moix explicó que si no hay más imputados que la religiosa, esos casos están abocados al archivo, ya que no se puede dirigir la acusación contra nadie, porque el presunto responsable ha muerto.
Después de casi un año de investigación judicial, el fallecimiento de «sor María», de 87 años e imputada en los dos casos que se estaban instruyendo y acusada en un tercero, ha frustrado muchas de las expectativas de conocer la verdad por parte de las familias afectadas por la desaparición de recién nacidos.
Su muerte se produjo el pasado martes en la capital española y la noticia de su defunción fue conocida tras su enterramiento.
Fuentes del convento de las Hijas de la Caridad, orden a la que pertenecía, situado en la calle del general Martínez Campos de Madrid, confirmaron a Efe el fallecimiento de la religiosa, que se encontraba «muy enferma».
De hecho, «sor María» alegó motivos de salud el pasado 18 de enero para no comparecer como imputada en el Juzgado de Instrucción número 50 de Madrid, a raíz de la denuncia presentada por Purificación Betegón por la presunta desaparición de dos gemelas que alumbró en la madrileña Clínica de Santa Cristina en 1981.
A raíz de la primera denuncia que apuntaba a la religiosa, el 12 de abril de 2012 tuvo que acudir en calidad de imputada al Juzgado de Instrucción número 47 de Madrid, aunque se acogió a su derecho a no declarar. Se le pedía testimonio por la denuncia interpuesta por María Luisa Torres, que acusó a la religiosa de arrebatarle a la hija que tuvo en la Clínica Santa Cristina en 1982.
Tras conocer la noticia de su muerte, Torres confesó que había rezado para que no se muriera, «no porque le tuviera especial cariño, sino porque quería verla en los Juzgados».
«No se puede cerrar el caso. Yo he empezado esto y lo voy a terminar. Sor María ya no está, pero hay más gente implicada», ha asegurado Torres.
En similares términos se expresó Purificación Betegón, quien dijo que «yo no la podré perdonar».
Ambas sostuvieron que seguirán buscando a sus hijas.