Las dos familias acampadas en Lezo piden trabajo para salir de la penuria
Dos familias llevan acampadas desde el pasado 7 de enero en el parque Markesene de Lezo, tras haber perdido sus respectivas viviendas y trabajos. Aseguran no querer un piso sino un empleo porque, según afirman, «de qué nos vale un piso si luego no podemos pagarlo».
Iñaki TELLERIA | LEZO
Cumplen hoy diecinueve días de acampada en el parque Markesene de Lezo. Están pasando allí los días más crudos de este invierno. Son dos familias, las integradas por Alfredo Tarrero -de 48 años-, su compañera y su hijo; y Marian Ezeiza -de 50-, sola tras haber enviado a su hijo, su nuera y dos nietos -de 5 y 8 años- a dos habitaciones de alquiler en Errenteria.
Su estancia allí no es tanto un acto de protesta como el último recurso antes de quedar a la intemperie. Los únicos ingresos que tienen son los 450 euros que recibe Ezeiza de un subsidio. Con ellos paga las dos habitaciones de su familia y, con lo que sobra, el gas y otros gastos del día a día del campamento.
A pesar de la situación, mantienen el ánimo alto, fundamentalmente por la solidaridad que están recibiendo de los vecinos que, además de moral, les ofrecen alimentos. Hasta el punto de que el miércoles fueron ellos los que llevaron alimentos a Cáritas, después de haber estado un año recibendo ayudas de esta organización.
Víctimas de la crisis
Alfredo Tarrero perdió su empleo de transportista en 2005 tras sufrir con el camión un grave accidente en Austria, del que tardó en recuperarse casi un lustro. Relata que en esos cinco años pasó de ganar 2.000 euros a ganar 600 «y coincidió con que habíamos comprado el piso, con lo que tenía que afrontar una hipoteca de 800 euros con un sueldo de 600. Tuve que dejar la casa», lamenta.
Entonces fue acogido con su familia en casa de Marian Ezeiza. Ella vivía en un piso de alquiler en Lezo y antes de que llegara Tarrero tuvo que hacerse cargo de su hijo, su nuera y los nietos. Fueron tirando con trabajos temporales hasta que todos fueron al paro y no pudieron pagar el alquiler del piso.
Tarrero comenta que se está preparando «para sacar el carnet de trailer y, si consigo un trabajo de chófer, con ese dinero ya decidiré yo dónde vivo. De nada sirve que nos manden a un piso si no tenemos ingresos y no podemos pagar ni la luz. Si no hay trabajo no hay salida».
Asegura que no piensan abandonar las tiendas de campaña porque «nos mantiene el ánimo que nos da la gente que pasa por aquí y que nos apoya. Eso es lo que te da ganas de seguir adelante y, además, porque tampoco tenemos otra salida». En este sentido, añade con pesar que «de aquí no nos movemos, nos tendrán que echar. Porque ¿a dónde me voy si no tengo otro sitio donde ir?».
Desde el Ayuntamiento les han ofrecido habitaciones en viviendas de inserción social, pero las han rechazado porque no quieren separarse. Asimismo, se niegan a dormir en un albergue porque no podrían llevar todos sus enseres.