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Floren Aoiz www.elomendia.com

UPN: pan para hoy, hambre para mañana

La derecha navarroespañolista sabe que se juega mucho en este momento político. Si ha sido uno de los agentes más disgustados con el nuevo escenario es porque necesita un clima de excepción para poder criminalizar a sus oponentes

Uno diría que Rajoy marca tendencias en la derecha españolista. Habrá quién se pregunte, ¿cómo, desde su mediocridad? He ahí la clave: marca tendencia con su mediocridad. ¿Si puedes dejar un problema sin resolver, para qué complicarte la vida? ¡Si no fuera porque nos consta su mediocridad desde mucho tiempo atrás, podríamos pensar que Rajoy heredó de Rodríguez Zapatero la tentación de sentarse a esperar que los desafíos se resuelvan solos! Es cuestión de autosugestión y cara de marfil ante el resto de la humanidad, aunque se duerma sobre una bomba cuya mecha avanza inexorablemente.

Así que la derecha navarroespañolista, siempre tan atenta a las modas de Madrid, se ha sumado a la tendencia: la crisis de UPN sólo es grave si le llamamos crisis y decimos que es grave; si nos repartimos los puestos claves del partido y ponemos buena cara, no pasa nada. Ya no hay crisis. Nos tapamos los ojos y ya no estamos, y como ya no estamos, nadie nos puede ver. Asunto solucionado. Yolanda Barcina no ha dimitido todavía y no habrá navajazos públicos en el proceso congresual. Pero el follón no se ha zanjado, posiblemente porque hoy por hoy no es zanjable.

La derecha navarroespañolista sabe que se juega mucho en este momento político. Si ha sido uno de los agentes más disgustados con el nuevo escenario es porque necesita un clima de excepción para poder criminalizar a sus oponentes e impedir alianzas que minen su predominio. A fin de cuentas, es una derecha que no tiene ni idea de qué puede ser ganar democráticamente. Lo suyo es la trampa, y si la cosa se pone complicada, arrojar a la cuneta al adversario que se atreve a cuestionar el orden impuesto.

La derecha navarroespañola está asustada, otra vez. Tiene miedo a la sociedad navarra, al pueblo. A ese miedo le llama estar alerta para defender la identidad de Navarra, pero como hemos visto con la CAN y tantos otros ejemplos, no tienen ningún problema en vender Navarra y lo que haga falta. Durante demasiado tiempo gritar «que vienen los vascos» bastaba para esconder la basura bajo la alfom- bra, pero ahora ya no es tan sencillo, aunque sigan recurriendo al viejo truco, en parte porque no tienen muchos más recursos.

El navarroespañolismo del bienestar, otra burbuja más, ha pinchado y el gas ha salido en forma de putrefacta ventosidad. El oasis era un espejismo y ahora en UPN sienten que la política es muy complicada cuando no hay dinero para comprar voluntades, adormecer conciencias y regalar a las amistades. Sin obras faraónicas, sin grandes datos que vender, a golpe de recorte y ERE, es difícil generar adhesiones y eso es lo que necesita hacer ahora el navarroespañolismo. Lo necesita porque toma cuerpo la alternativa. Lo precisa porque crece la capacidad de generar adhesiones de las fuerzas más críticas con el navarroespañolismo.

Mal asunto creer que con tiritas y un poco de mercromina se puede curar una grave infección interna. En estos casos, despedir al cirujano es peligroso: tendrás que hacerlo venir más tarde y entonces el bisturí tendrá muchísimo más trabajo que hacer.

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