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Ramón Lazkano compone su «laboratorio de tizas» musical

El «Laboratorio de tizas» de Jorge Oteiza es una colección de 3.700 esculturas experimentales que el artista de Orio produjo en la privacidad de su taller. Partiendo de esa idea, el compositor donostiarra Ramón Lazkano creó entre 2001 y 2011 un total de 18 obras musicales experimentales, que han sido recogidas ahora en CD.

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Mikel CHAMIZO

Acaba de salir al mercado el último CD dedicado a la música del compositor donostiarra Ramón Lazkano. La grabación, editada por el sello Verso, recoge siete de las dieciocho obras que Lazkano ha compuesto para su «Laboratorio de tizas», una colección inspirada en el laboratorio del mismo nombre del escultor vasco Jorge Oteiza. El «Laboratorio experimental», más conocido como «Laboratorio de tizas», es una vasta colección de alrededor de 3.700 esculturas de pequeño formato realizadas en tiza, latón, escayola, papel, madera y corcho, fruto de la actividad experimental que Oteiza (1908- 2003) desarrolló en un ámbito privado durante gran parte de su vida, especialmente tras dar por concluida su investigación escultórica pública en 1959. Fue un lugar de origen, desarrollo y profundización de las ideas que sobrevuelan toda su producción, y las piezas que lo conforman atraviesan etapas diferentes de su evolución estética y responden a diferentes necesidades: desde prototipos para la realización de esculturas de gran tamaño -las 27 que sirvieron de preparación a la «Piedad» de Arantzazu, por ejemplo- a piezas que nacieron de un intento por llevar la materia al límite de sus posibilidades estructurales, en la búsqueda de revelaciones espaciales nuevas.

Lazkano se reencontró con el «Laboratorio de Tizas» de Oteiza en un momento de crisis creativa. Fue durante una visita a la Fundación Museo Jorge Oteiza de Alzuza, en el año 2000. «Allí me volví a encontrar con el Laboratorio de Tizas -rememorara el compositor-, primero desde lejos, con unas vitrinas que pueden hacer pensar en un museo antropológico, pero que en la cercanía desvelan una miríada de objetos amontonados de forma imprevista. En ese momento me fascinó en Oteiza la noción del experimento, del tanteo en una fase de interrogación acerca de la materia, sin una planificación concreta ni unas expectativas fijas respecto del resultado». Pocos meses después el compositor daría a conocer la primera aportación a su «Laboratorio de tizas» personal, «Hatsik-1», a la que han seguido otras diecisiete hasta el 2011, en que fue clausurada la colección.

Aunque las composiciones del «Laboratorio de tizas» son muy diferentes entre sí, todas comparten elementos en común. Para empezar, son de pequeño formato y para formaciones instrumentales contrastantes y no muy usuales. «Wintersonnenwende-1», por ejemplo, está escrita para trío de cuerdas y celesta y no dura más de dos minutos y medio. Pero además, todas ellas investigan los conceptos de erosión y memoria, vinculados al material de la tiza, que al desgastarse sobre la pizarra permite el aprendizaje durante la infancia. Por eso, en muchas de las obras de este «Laboratorio» se escuchan ritmos y giros que resultan familiares, pero que se presentan con un contorno apagado, desdibujado o quebradizo.

El CD, que fue grabado a principios de julio en el Ensemblehaus de Friburgo, recoge completo el ciclo de cuatro piezas bautizadas como «Wintersonnenwende» (Solsticio de invierno), que reflejan de forma poética los diferentes estadios de la luz durante el día más corto y la noche más larga del año. Junto a éstas, se encuentran las dos piezas denominadas «Errobi», para flauta, clarinete bajo y piano, y la segunda de las composiciones del ciclo «Egan», para sexteto instrumental. Las interpretaciones corren a cargo de una de las agrupaciones de música contemporánea más antiguas y prestigiosas de Europa, el Ensemble Recherche, que anteriormente había ofrecido retratos de Lazkano en Bilbo y en Fráncort.

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