Aimar Olaizola consiguió ayer zurcir el enorme boquete que se le estaba abriendo en la zaga y, con su brillante remiendo, logró mantener vivas las opciones de su pareja en la competición gracias a la victoria que obtuvo junto a Alexis Apraiz ante Gonzalez-Zubieta que, muy al contrario, necesitan una especie de milagro para, con un solo triunfo, soñar con estar en la liguilla de semifinales.

Como estaba previsto, desde el primer pelotazo Gonzalez y Zubieta pusieron en práctica una táctica de acoso y derribo sobre un Alexis Apraiz que no tenía una papeleta sencilla y lo acusó. El de Gernika fue uno de los sacrificados por su empresa en este Parejas y ayer se vio que el de Gernika no pasa por su mejor momento. De los primeros cinco tantos de los azules, cuatro llegaron de sus fallos, pero los de Aspe carecieron de un plan B con el que aprovecharlo para abrir una brecha definitiva. Gonzalez tenía la consigna de despejar todas las pelotas que quedaban en los cuadros alegres pero se excedió en esa idea, ya que se antoja imposible que una pareja cometa 22 errores en un partido de campeonato.

Aimar cambia el guión

La acumulación de errores por ambos bandos dio un inicio de partido bastante igualado, pero a partir del empate a siete, Aimar Olaizola se encargó de enmendar la situación prácticamente en solitario.

Entendiendo que Apraiz necesitaba de su ayuda y que Gonzalez no era capaz de buscar la pelota, el de Goizueta retrasó un par de cuadros su posición. Sin embargo, lo que parecía un movimiento defensivo se convirtió en un cambio ofensivo, porque el campeón manomanista es uno de esos pocos privilegiados capaz de ser igualmente letal desde el cuatro y medio. Si las carencias ofensivas de los azules eran mayúsculas, Olaizola II también dejó en evidencia la defensa del delantero de Azkaine, con una exhibición rematadora y 8 tantos de aire.