«'160 metros' es el testimonio y los sonidos de una Bizkaia postindustrial»
Responsables de «160 metros: una historia del rock en Bizkaia»
«160 metros: una historia del rock en Bizkaia» propone una mirada hacia el pasado cercano, cuando las chimeneas de Altos Hornos todavía humeaban en su agonía y la ría delimitaba dos modelos sociales muy diferentes. Álvaro Fierro, especialista en música, y Joseba Gorordo, documentalista y director, firman este docuweb que se encuentra en plena fase de creación y será estrenado a mediados de 2013.
Koldo LANDALUZE | BILBO
El título de este docuweb hace referencia a la distancia que separa ambas márgenes de la ría de Bilbo, con el Puente Colgante como testigo, remarcando las diferencias sociológicas y económicas que se materializaron, en un contexto de desindustrialización y de construcción del Museo Guggenheim, en dos escenas de rock diferentes y hasta dos formas de ver la vida. La de Ezkerraldea con un corte más punk y social (Eskorbuto, Parabellum, Zarama, etc.) y Eskuinaldea, con lo que se denominó Getxo Sound, con un carácter más hedonista y global (El Inquilino Comunista, Los Clavos, Lord Sickness, etc.). A la sombra de ese testigo silente llamado Puente Colgante conversamos con los realizadores Álvaro Fierro, colaborador en publicaciones como «Mondo Sonoro» y «Ruta 66». Joseba Gorordo, autor de los documentales «La Otxoa, sin complejos» y «Zu zara nagusia», y el productor Diego Urruchi.
«160 metros» simboliza la distancia física entre Ezkerraldea y Eskuinaldea. ¿Esa distancia fue tan pronunciada como aparentaba?
Álvaro Fierro: Esa distancia es pronunciada si la contextualizamos económicamente. A nosotros nos parecía interesante en el sentido de que, en términos generales, las bandas que surgían en cada margen tenían inquietudes musicales opuestas y todo eso estaba influido por la situación monetaria y de no tener expectativas.
En un intento por dotar de un inicio a esta crónica sonora y social. ¿En qué contexto situaríamos esta historia de encuentros y desencuentros y qué disco o grupo detonó esta explosión sonora?
A.F.: Más que un disco o grupo, fueron las etiquetas. El concepto Rock Radical Vasco iba perdiendo fuelle a finales de los ochenta y a principios de los noventa, el inicio de Getxo Sound ganaba enteros. Como en Estados Unidos, tras la segunda guerra mundial, cuando la recuperación económica era plena, la gente dejó de escuchar blues lastimero y pasó a escuchar música más escapista. Aquí ocurrió lo mismo con el punk y el pop.
¿En realidad, eran tan diametralmente opuestos los estilos musicales de ambas márgenes?
A.F.: En términos de desarrollar nuestra tesis, sí. Siendo más exhaustivos, no. Había un poco de todo. Pero remontándonos años antes a la épica que narramos, principios de los ochenta, grupos como Rufus y Lavabos Iturriaga en Eskuinaldea, y Zarama y Eskorbuto en Ezkerraldea pueden servir de ejemplos de diversidad de estilos.
¿Cómo surgió la idea de este proyecto?
A.F: La idea surgió por un debate que tuvimos Joseba y yo. Él, con su background documentalista, me propuso escribir juntos el guión de un documental sobre el Getxo Sound. Yo le dije que era un movimiento algo mitificado y que no daría para una película de 50 minutos. Así, nos pusimos a investigar. Mi tesis doctoral va sobre la transformación urbana de Bilbao, así que pensamos: ¿por qué no escribimos un guión que narre este cambio que ha sufrido la provincia a través del rock?
¿Resulta fácil compartir labores de guión y dirección?
Joseba Gorordo: Los dos compartimos las labores de guión y dirección, pero somos complementarios, ya que, como ha dicho antes Álvaro, aportamos experiencias previas distintas, él en el periodismo musical y yo en el medio audiovisual.
¿Por qué la opción de rodar un docuweb?
Diego Urruchi: A la par que la financiación en crowdfunding, surgió la idea de unir más el proyecto a Internet, que es el medio nativo de la productora (StereoZona es una WebTV). De esta manera lo que logramos es enriquecer el audiovisual lineal con la creación de un minisite web que albergará materiales de la época, lo que llamamos contenidos ampliados, tales como vídeos de conciertos, entrevistas, carteles, entradas, fotografías, etc. que a su vez estarán relacionados entre sí y tendrán una navegación orgánica en favor de una experiencia en la que cada usuario pueda montarse su propio documental, atendiendo o ampliando con más detalle los contenidos que le interesen.
¿Cómo está estructurado este proyecto?
D.U.: Hemos decidido presentar el documental como una serie dividida en cinco capítulos, para producir un primero con nuestros medios y solicitando material de archivo mediante crowdsourcing, ya que gran parte del presupuesto inicial se dedicaba a pagar los derechos de imágenes de archivo y sonido. La financiación de este primero ha sido mediante aportación popular, pero para el resto necesitamos el apoyo de una marca o televisión. El primer capítulo, además de poder verse en internet, se estrenará en ETB y en eitb.com. Si este gusta, es probable que podamos ver más adelante los cinco juntos en formato serie en alguna televisión.
J.G.: Estamos concretando los personajes que vamos a entrevistar. Además de músicos, contaremos con escritores, críticos musicales, promotores, agentes culturales, etc. Incluso con alguien del Consorcio de Aguas, que nos hablará de todo el proceso de limpieza y regeneración de la ría, prueba irrefutable del cambio de Bilbao de ciudad industrial a ciudad de servicios.
Ateniéndonos a sus antecedentes, ¿le tocó explorar el trasfondo musical del documental? ¿De qué fuentes musicales bebieron los grupos de ambas márgenes en la década de los 80?
A.F: En este caso, por mi modesta labor en la prensa musical de aquí, he tenido acceso durante muchos años a charlas con la gente (músicos, promotores, sellos...) que ha vivido la época con más intensidad que yo. Esas han sido, sobre todo, mis fuentes de información. Luego, bibliografía sobre estudios similares a este he leído a grandes dosis, siempre como hobby. «Rastros de carmín», de Greil Marcus; «El Sonido de la ciudad», de Charles Gillet; «Eskorbuto, historia triste», de Diego Cerdán; «Economía y rock», de Asier García Lupiola; los documentales del RRV de Roge Blasco y por supuesto, «Lluvia, hierro y rock and roll», de Álvaro Heras. Respecto a las influencias de los músicos de cada margen, está claro que en la izquierda predominaba la sombra del punk inglés de mediados-finales de los setenta y en la derecha, grupos anglosajones contemporáneos como Nirvana, Sonic Youth, Pixies...
¿Ha sido fácil conseguir material visual y sonoro de la época?
A.F: Ha sido sencillo por, primero, la predisposición de EITB a entrar como ente colaborador y facilitarnos su fondo de catálogo histórico, y segundo, por el material de la época que altruistamente nos envían músicos, críticos de rock, etc.
¿Qué va a encontrarse el público que no vivió aquella época cuando visione «160 metros»?
A.F: Una manera, quizá más teórica, de entender el porqué del rock y el mensaje. Siendo esta la disciplina artística más completa, a nuestro juicio, de explicar una época en todas sus ramas (social, económica y por supuesto, cultural), desde 160 metros les damos una fotografía de la Bizkaia postindustrial y su influencia en su expresión sonora.
Eskorbuto simboliza todas las leyendas negras del mundo. En su opinión, ¿la realidad es proporcional a su leyenda?
A.F: Bueno, Eskorbuto son el estandarte del punk, y eso lo saben, y no es una exageración, en todo el mundo. Fueron siempre por libres, no se dejaron utilizar por nadie y fueron el paradigma precisamente de un término que ya adolece de tanta devaluación: el punk. Si levantaran la cabeza y vieran que desde tiendas como Zara o H&M venden camisetas raídas de los Clash o los Sex Pistols...
¿Se han encontrado con alguna sorpresa inesperada tras embarcarte en esta aventura visual y sonora?
A.F: La sorpresa ha sido encontrarnos con la atención que hemos despertado. Muchos medios de comunicación nos han entrevistado antes de estrenar nada, incluso cuando aún falta material que grabar. Tanto los treintañeros (tirando a cuarentones) como nuevas generaciones han mostrado un interés inesperado. Es decir, que no solo ha sido la nostalgia motor de estas expectativas.
J.G.: Estamos encantados con esta recepción y, en mi opinión, está calando entre la gente el espíritu de la financiación colectiva: hacer partícipe del proyecto a la gente. El respaldo que estamos obteniendo demuestra que hay mucha gente interesada en esta historia que pretende ser colectiva.
No cabe duda que el llamado crowdfunding se ha convertido en referente a la hora de poder financiar y sacar adelante un proyecto personal en el que cualquier persona o entidad aporta su granito de arena económico. En el caso concreto de «160 metros: una historia del rock en Bizkaia», todas estas ayudas económicas han sido canalizadas a través de la ya experimentada Goteo.org. Álvaro Fierro nos descubre las singularidades de esta opción elegida para su docuweb El crowdfunding surge por necesidad. En mi caso, he pasado de no creyente a converso. Tras más de un año pidiendo dinero, vimos que se hacía de esta manera o quedaba en un cajón. En este caso, el modelo crowdfunding es lo más democrático que pueda haber. Preguntamos directamente a la gente si le interesa que se haga un documental de este tipo. ¿Cuántos discos, y también películas, se han quedado en olvido nada más salir al mercado porque la audiencia ya no estaba interesada en ello y los responsables de marketing no tuvieron una visión acertada del mercado? Lo mismo para la administración pública. Si nos hubieran dado una subvención pública, esta estaría dictaminado por un sanedrín de técnicos cuyos intereses puede que no casen los de la gente. Así, se puede aportar desde un mínimo de 5 euros hasta lo que buenamente pueda. Aquí las redes sociales han ayuda mucho. K.L.