Raimundo Fitero
Otra cosa
Dice el lehendakari Urkullu que «Euskadi es otra cosa». Se trata de un producto de la empresa de comunicación low cost Obviedades Urkullu. Lo declara tras entrevistarse con el sobrecogedor Mariano Rajoy, y lo que trasciende de esa reunión es que han abierto una vía «personal», para tratar los asuntos de los pesos. O sea, insiste en convertir lo principal en «otra cosa», obvia. Un asunto central lo solucionarán por whatsapp. En vez de presionar para encontrar una solución definitiva en la que participen todas las fuerzas políticas y los movimientos sociales implicados, nada, entre partida de dominó y de mus. No parece muy de recibo. Me da que se ha creado química entre Rajoy y Urkullu. Este noviazgo promete emociones fuertes en esa «otra cosa», que es Euskal Herria.
Por mucho que queramos ver cuerpos embarazosos, series de embarazadas, motos embarradas o fútbol satinado, no hay manera de desprenderse de la niebla de corrupción que está impidiendo circular medianamente tranquilo por ningún lugar. Y que las obviedades de Urkullu no se vean desmentidas por alguna información periodística en breve, que hay mierda de todos y para todos. Pero lo que llama mucho la atención es que no pase un día, o medio día, sin que tengamos más tensión en los medios, la última el libro de caja a mano de Bárcenas, cuando en el Parlamento español parece un club de jubilados o una asamblea de propietarios de una urbanización de chalés adosados. Todos se cubren las espaldas, amagan, sobreactúan para no decir nada que moleste al otro, no sea que se pique y saque el próximo escándalo.
Lo que es descorazonador es ver 13 TV, todavía con el histérico Carlos Cuesta, un desequilibrado emocional, no cabe duda, intentando cumplir unas órdenes que no le llegan, desamparado. Mientras tanto tira de otros escándalos de corrupción menores, pero que nos ayudan a entrar en una situación de reacciones físicas, ante tanta mierda acumulada. Náuseas, salpullido, ataques de ira, porque la corrupción es una práctica normal, habitual, admitida y no excepcional. Me insisten al oído y acabo por creerlo, ¿no será el reino de España un Estado fallido? Y Urdangarin debe seguir em Palma do, pero sin calle.