Osasuna se hizo con el pack. Sumó tres nuevos puntos -tiene 21-, venció a un rival directo -aunque no superó el gol average desfavorable- y salió de los puestos de descenso, objetivo triple que el vestuario rojillo se había marcado a lo largo de la semana y que, como ocurriese contra el Deportivo, no se consiguió sin la correspondiente dosis de sufrimiento que todo aquel que baje a El Sadar sabe de antemano que tendrá que soportar y que va in crescendo a medida que se acerca el pitido final del trencilla de turno.

El encuentro frente a los celtiñas discurrió por parecidos derroteros a anteriores victorias locales -la de ayer supuso la cuarta de la temporada en El Sadar-, con mucho fútbol tosco, más músculo que filigranas, escasa eficacia en ataque, gol a favor y rápido repliegue a los cuarteles de invierno. La situación clasificatoria obliga a ello, sobran alardes, aunque bien es cierto que, con marcador a favor y en propio campo, se le puede y debe pedir algo más al equipo.

Para más inri, el campo tampoco ayudó al espectáculo. Aquejado por la lluvia torrencial que cayó sobre Iruñea horas antes, en algunas de sus bandas se sobrellevó como se pudo la circulación del balón. Pese a todo, sí es cierto que los pupilos de Mendilibar dejaron algunas pinceladas de calidad en la combinación que no se habían visto en anteriores compromisos, especialmente cuando se asociaron Armenteros, Nino, Cejudo y Nano, que firmó uno de sus mejores partidos como rojillo.

Cuajó la estrategia

Como acostumbra, Osasuna planteó un envite presidido por lo físico, con un inicio de tanteo y posicionamiento en el campo, que fue derivando en un dominio cada vez mayor de los anfitriones, hasta materializarse en una consecución de varias ocasiones en torno a la media hora del choque, pero que no acabaron cuajando en el electrónico.

Cargando las opciones ofensivas fundamentalmente por el flanco izquierdo, los rojillos probaron a un entonado Javi Varas que, mientras pudo, detuvo las acometidas comandadas por Armenteros y Cejudo -dos cabezazos del argentino y otros dos disparos del cordobés-, fundamentalmente. El arreón duró apenas un suspiro para dejar paso a otra fase hasta la conclusión de la primera parte en la que la escasa triangulación y la todavía peor puntería se convirtieron en la tónica dominante.

El Celta, mientras tanto, vivía de los errores navarros, como el que no supo aprovechar Oubiña tras el fallo en cadena, primero de Rubén y después Andrés Fernández, al intentar despejar un balón que rondaba el área rojilla. Con el meta murciano fuera de su marco, el pivote gallego envió muy desviado para tranquilidad de la grada.

La decoración no tenía visos de variar tras el paso por vestuarios, pero estaba claro que quien anotase primero tenía prácticamente el encuentro ganado. Y Osasuna lo consiguió a balón parado, un apartado en el que no se están sacando tantos frutos como en temporadas anteriores. Armenteros, además, se reconcilió con el gol tras haber conseguido el último en la sexta jornada, el que abrió la goleada frente al Levante.

Al igual que en anteriores ocasiones, ponerse por delante en el marcador fue como tocar retirada, los encarnados cedieron varios metros al contrario, se encastillaron en su área y trataron de salir rápidos a la contra, pero las más de las veces pecaron de imprecisos, fruto de su alocamiento por buscar la meta contraria cuanto antes.

La cesión de la pelota permitió que el Celta recuperase su esencia en el último cuarto de hora y pusiese más de un nudo en la garganta del graderío, como cuando Álex López se encontró solo con un balón en el segundo palo, pero acabó mandándolo al anfiteatro. Osasuna suma y sigue en un mes que se antoja decisivo.