La nieve cubre Berlín, sus calles, edificios, árboles... Hace frío, pero eso no un obstáculo para que la ciudad siga su marcha. Centrada en el trasiego que supone para su cotidianidad la Berlinale, sus habitantes trabajan o descansan ajenos a las alfombras rojas y a los ropajes de gala. Resulta curioso comprobar cómo las bibliotecas, alguna al menos, está abierta hasta la medianoche mientras, demasiado cerca, el festival continúa su actividad, nocturna, prolongando así su sombra hasta altas horas de la madrugada. Hasta pasado un tiempo, cuando nos «aclimatamos», todos nos sentimos extraños en las urbes que visitamos. Aun así, las huellas de los que antes que nosotros pasaron por Berlín resultan omnipresentes y «Cielo sobre Berlín», de Wim Wenders, parece acompañarnos en este viaje cinematográfico. Un viaje en el que descubrimos a una Sharon Stone recuperada (tras el varapalo de salud sufrido) interpretando a la madre de Linda Lovelace en «Lovelace», de Rob Epstein y Jeffrey Friedman. Una especie de biopic lleno de caras conocidas llegadas de las series de televisión de moda en la que brilla como gancho la sensualidad de Amanda Seyfried. Sin demasiadas pretensiones y con momentos entregados al arte del videoclip, la película no profundiza en las entrañas de los avatares dolorosos y desgraciados que vivió en sus carnes la protagonista de «Garganta profunda».

Más allá de lo esperado ha ido Dieter Kosslick al seleccionar la producción alemana «Gold». Thomas Arlan ha sorprendido gratamente a gran parte de la crítica con su maravilloso western en el que los protagonistas son una cuadrilla de aventureros germanos en la tierra de las oportunidades en busca del preciado metal. Con un guión entregado al clasicismo del viaje del héroe, Arlan nos hace partícipes de la aventura de unos variopintos personajes, que encarnan el espíritu de aquellos que decidieron dejar su tierra natal para partir en busca de vida mejor. Cocineros, hombres misteriosos, un periodista... y entre ellos una mujer que rompe con todos los estereotipos a los que nos tiene acostumbrado el cine de género y el cine comercial en general. Nina Hoss es la heroína que parte dejando atrás un pasado y cabalga sin miedo en busca de su destino. Por el camino, un brillante desarrollo narrativo y audiovisual en el que los actores se crecen por momentos dentro de la salvaje naturaleza norteamericana. «Gold» es de esas películas en las que observamos todo aquello que nos gusta del cine, lo que nos hace pensar que sigue vivo. Berlín continúa siendo una apuesta segura para descubrir modos de hacer innovadores y de calidad. Algo de ese espíritu lleva en su esencia la estrambótica y loca cinta «The necessary death of Charlie Countryman», de Fredik Bond, donde un guión trepidante y unos personajes para nada vulgares consiguen que el espectador mantenga su mirada pegada en la pantalla, sin apenas tener tiempo de pestañear ni de pensar en el frío que debe hacer en la calle cuando salga a pasearla tras su visionado. La nave va en la Berlinale.