Nada que envidiar y nada que temer. Este festejo no solo tiene miles de aficionados, sino que cada año engancha a gente que hasta el momento creía que la fiesta no iba con ella y que, tras probarlo una vez, vuelve. Consigue que las personas a las que todo esto no les hacía «ni fú ni fá» se disfracen. ¿De qué? De lo que sea. Eso es lo de menos. La calle entonces se convierte en escenario. Es hora de actuar.

Con una simple vuelta en domingo de carnaval, una termina por asimilar que los y las tolosarras todo aquello lo llevan en la sangre. No nos referimos al simple el hecho de disfrazarse. No. Es algo más que eso. Se trata de que poseen un ingenio brillante -e innato- para buscar algo sencillo pero efectivo, ese gancho con chispa y que arranque flashes y sonrisas. No es una competición, pero acertar con el atuendo, dar en el clavo, supone toda una satisfacción.

Y aunque parezca de locos, alguno se animó ya a hacer propuestas para 2014 porque, según un joven, «los mejores disfraces los hemos elegido en plena parranda».

Muchas veces la chispa, aquello a lo que sacarle punta, está justo delante de nuestras narices y no hace falta estrujarse demasiado el coco: es la propia actualidad la que propicia los hechos reales de los que tirar, ya se sabe que la realidad supera tantas veces a la ficción. Y precisamente ayer, una vez más, sobre el asfalto de la calle San Francisco, de la calle Rondilla o de la Plaza del Triángulo se caricaturizaron hechos que sucedieron a lo largo del pasado año. Fue como escenificar un anuario de dimensiones gigantescas.

Si la boda entre la duquesa de Alba y el funcionario Alfonso Díez fue una de las noticias más parodiadas en la pasada edición, este año el safari de Juan Carlos de Borbón en Bostwana no podía ser menos. Un enorme elefante, ya sin vida, se abría paso entre la multitud. Era una réplica exacta de la fotografía que indignó tanto en abril del pasado año, aquella en la que aparecía un Juan Carlos sonriente, escopeta en mano, después de acabar con la vida de un animal. «Nasío pa' matar», decía un letrero. Ahí no quedó la cosa, porque la familia se lo ha ganado a pulso para no salir indemne de estos carnavales. Obviamente, la otra parte del pastel era para Iñaki Urdangarin, a quien dijeron que «hay que darle caña».

Siguiendo con la actualidad, y hablando de pasta, el tan cacareado Bárcenas y sus sobres también sirvieron de inspiración. No se trataba de una administración de lotería al uso, pero repartían millones igualmente. En el chiringuito desde donde nos animaban a jugar a «abre tu sobre» garantizaban que era «la ilusión de todos los días».

La boda y la Amatxu

Cambiando de tercio, aseguran que de una boda sale otra, pero una cosa es lo que se dice y otra muy diferente es lo que sucede. Que conste en acta ha ocurrido una única vez, pero ha sido suficiente para poder decir que de un bodorrio puede salir un divorcio; o al menos un mosqueo monumental, y no cualquiera, sino el de los propios novios.

La anécdota sobre el festejo celebrado en octubre en el Hotel Londres de Donostia, y que acabó con varios heridos tras una pelea entre varios invitados, al parecer a raíz de una canción de Benito Lertxundi, también fue motivo de parodia. Cabe recordar que la noticia entonces ocupó páginas en los periódicos y los detalles más o menos ciertos sobre el «culebrón» afloraron durante días. Con estos precedentes, lo realmente extraño hubiese sido que a nadie se le hubiera ocurrido hacerlo.

De la capital guipuzcoana a la capital del mundo: saltamos a Bilbo. Y allí no podía faltar él, Iñaki Azkuna, el mejor alcalde presidiendo su «Ayuntamiento Plus». Se trataba de la inauguración de San Mamés Barria, pero por lo visto con pocas expectativas de poder celebrar grandes triunfos, ya que la gabarra, que estaba «para estrenar», había sido puesta a la venta.

Y como en cualquier inauguración, había picoteo, claro está. Un poco de vino y unas hermosas anchoas que Azkuna se encargó de garantizar que eran del puerto de Elantxobe, tras preguntarle si a esas le había invitado Miguel Ángel Revilla, expresidente de Cantabria.

Por cierto, Azkuna parecía encantado con que la Amatxu de Begoña enseñara cacha. No lo hacía con encaje, ni con cuero, ni con nada parecido, pero por un día dejó de estar tapada hasta las pestañas y pudo presumir de piernas gracias a la provocativa raja en la falda de color blanco virginal.

Y bueno, como una cosa lleva a la otra, y ya que hablamos de lo que hablamos, mencionar que hubo una cuadrilla que aprovechó la cita de ayer para recordar que este año Kilometroak se celebrará en Tolosa bajo el lema «Ahora» («A la boca» en euskera).

Basándose en su significado en euskara, los jóvenes se hicieron con el lema para ofrecer unas interpretaciones algo obscenas pero inocentes del citado lema. Nos ahorramos los detalles para que cada cual imagine. Seguro que van bien encaminados.