ATHLETIC Gorka Iraizoz fue el blanco de las críticas de una grada que más pareció un cementerio
Borrón y cuenta nueva
Los rojiblancos malogran claras ocasiones en la primera mitad y salen goleados ante un Espanyol que apenas dio señales de vida.
ATHLETIC 0
ESPANYOL 4
Joseba VIVANCO
Los optimistas dirán aquello de borrón y cuenta nueva. Los pesimistas se alinearán con la tesis que esta semana defendía Herrera de que hay que mirar hacia abajo más que a lo alto de la tabla clasificatoria. Y los agoreros, que los hay al acecho, tendrán una semana por delante para hincarle el diente y hurgar en la herida del demoledor 0-4 que ayer, un Espanyol que no hizo nada, literal, nada, le endosó a un Athletic que debió golear en el primer tiempo y pagó caro su desacierto. No es de recibo, por cansino, errar tantos goles y recibirlos tan fácil. Como volvió a repetir Marcelo Bielsa al final del choque, da «vergüenza» explicar lo que ha pasado por tantas veces repetido, pero para nada tranquilizador. Sin excusas.
Un Athletic que sigue sin despojarse de sus demonios, esos que le acechan esta temporada, que cuando todos reconocemos a ese equipo que juega alegre, se divierte, domina y protagoniza -como ayer durante buena parte de la primera mitad- llegan de repente, entre el sirimiri, con el frío del norte, para recordarte que siguen ahí, agazapados. Lo malo que ayer, buena parte, sino toda, de la grada de San Mamés dijo basta. Se escucharon silbidos, reprobaciones. Y las tribunas se fueron vaciando a medida que caían los goles `pericos', y el enfado se focalizó en un Iraizoz que es verdad que no tuvo su tarde, que fue pitado, ridiculizado y sentenciado por La Catedral. Por una grada que igualmente debería pasarse por el confesionario porque no ya por debajo en el marcador, sino a lo largo del encuentro, apenas dejó escapar un grito de ánimo, un cántico, unas palmas. Muda. Aburguesada. Apoltronada. «No me quieras porque gané, necesito que me quieras para ganar», es una de las frases de Bielsa.
Fría tarde, frío San Mamés, frío Athletic. Así echó a andar el partido con un equipo rojiblanco que salió otra vez con el pijama. A los dos minutos, a una media ocasión de Simao le siguió un despiste de Iraizoz que le granjeó los primeros murmullos, que poco después serían ya tíbios pitos para el equipo tras otro descuido defensivo que por fortuna se quedó en nada, sin contar un nuevo exceso de confianza del joven Laporte.
Expectante San Mamés, expectante el Athletic, con un Espanyol al que el dominio inicial le duró lo que tardó Herrera en reclamar para sí la pelota y firmar una soberbia primera mitad de manejo del cuero y exquisiteces, pero al que ayer sus compañeros no supieron secundar. El día que el cerebro bilbaino -que como el buen portero duerme y sueña con la pelota- destapó su tarro de las esencias, Susaeta y De Marcos se dedicaron a malograr cada ocasión, Aduriz no daba señales de vida, y un voluntarioso Muniain se tuvo que retirar lesionado a los veinte minutos de partido.
La tuvo Susaeta tras un recorte en el área chica e hizo internacional a Kike Casilla, la peinó Aurtenetxe y la sacó el portero espanyolista, se llenó De Marcos a bote pronto y la mandó alta tras una vaselina de Herrera, cabeceó Susaeta forzado y se le fue desviada... y como tantas veces, llegó el gol visitante. Falta en el lateral rojiblanco que solo ve el trencilla, balón al área pequeña, Gorka prefirió no salir del arco por si llovía y el mejicano Moreno remató a la red.
El Athletic quedó tocado. Bielsa salía de la banqueta. El público pitaba por primera vez a Iraizoz y repetía tal estridente partitura cada vez que el vilipendiado arquero tocaba la pelota. La ofensiva local perdió fuelle, los ánimos también y ni siquiera un disparo de Susaeta sobre la bocina y con todo para él cogió puerta. Esta cara también nos sonaba. Y ayer iba a mostrar su peor perfil.
El resultado se antojaba inmerecido, como tantas y tantas veces. El Espanyol lo fiaba todo a un Sergio García que tiene más oficio que Chiquito de la Calzada, sin mayores aspiraciones que rascar algo si pasaba por ahí. Y vaya que si pasó.
Acabó Susaeta disparando en la primera mitad y comenzó Iraola chutando en la segunda, provocando un córner que Aurtenetxe remataría fuera por muy poco. El Athletic metía una marcha más y salía a por el partido. Va en sus genes. Pusieron cerco los leones a la meta periquita, en torno a la que los hombres de Aguirre se encasquillaban. Un cabezazo de Aduriz a las manos de Casilla, un peligroso y forzado remate con la testa de Stuani cerca del palo de Iraizoz, y sin que nadie se explique a cuento de qué ni cómo, en dos minutos, del 57 al 58, dos goles visitantes que terminaron por tumbar a los leones.
El primero, en una jugada ligada por la delantera catalana, de esas jugadas rápidas, que nadie ataja, en unos metros, Víctor Sánchez se anticipa a la salida desesperada de Iraizoz y adentro. No había terminado el público de digerir el mazazo más preocupado en culpar al portero navarro, cuando una contra por banda termina con un pase horizontal que el incómodo Stuani remacha a placer. Acabose.
El tercer e inesperado tanto levantó a muchos espectadores de sus asientos para directamente abandonar el estadio, al tiempo que la grada la tomaba con Gorka. Bielsa arengaba a los suyos desde la banda, el Athletic se deshacía, Herrera solo era ya voluntad, los demás poco más, desacierto incluido. Llovía sobre San Mamés. Agua y críticas. Susaeta cruzaba de cabeza el balón que salía cerca del poste contrario, Igor Martínez -que salió por un Ibai dolorido por un golpe- disparaba a las manos del infranqueable Casilla, y en un penalti de Laporte que solo el colegiado vio, llegó el cuarto, y para más inri, tras pararlo Gorka y no poder impedir que Verdú aprovechara el rechace. Tercera pena máxima que detiene el navarro de 40 lanzadas. Y esta vez no sirvió de nada.
Los quince minutos restantes no tuvieron historia, siquiera el desacierto reflejado en el chut de Aduriz que Casilla le paró y Susaeta empujó a la red... en fuera de juego. Ni por esas, ni el de la honra. San Mamés, los pocos que ya quedaban, despidió el final del partido con silbidos, con lógicas prisas por volver a casa en una ya noche cerrada, lluviosa y ventosa. En la tranquilidad del sofá, de la almohada, deglutirán la dolorosa derrota que ha dilapidado ilusiones razonadas. No es nuevo.
«Hay un fútbol mezquino, represivo, oportunista, que apunta a la eficacia y que prescinde de los sueños y de la memoria, y hay otro fútbol acusado de romántico. Que el romanticismo gane a la fuerza siempre será difícil». La frase es de Jorge Valdano, íntimo de Bielsa. Quizá hoy solo él comprenda al argentino.
El entrenador del Athletic, Marcelo Bielsa, ya no sabe cómo explicarlo. Lo ha hecho tantas veces a lo largo y ancho de esta temporada, que no acierta a justificar cómo un partido así se puede perder y por goleada. Acerca del encuentro, subrayó que «cuando se pierde por 0-4 un partido accesible» y ante un rival «del mismo sector» de la clasificación, «es difícil expresar justificaciones». Para el argentino, «en el caso de hoy, nosotros hicimos el triple de opciones de gol que el Espanyol, no convertimos ninguna y el rival cuatro. El resultado es de una contundencia absoluta, pero comentar el resultado es diferente a comentar el trámite y lo que cada equipo produjo», explicó.
Bielsa señaló incluso que, hasta que quedó decidido con los goles marcados en apenas un minuto por Víctor Sánchez y Stuani en la segunda parte, «el partido se desarrollaba con un grado de dificultad mucho menor del que había imaginado». Sin embargo, «la dinámica en este año es que los rivales no necesitan dominar el juego ni crear demasiadas situaciones de gol para imponerse. Siempre erramos diez ocasiones por partido», admitiendo que se trata de «un paso atrás» en la tendencia positiva de las últimas semanas.
El argentino fue cuestionado por los silbidos a Iraizoz, que Bielsa calificó como reacción «exagerada» y «tal vez injusta». Según el técnico, «en otras ocasiones, el público de San Mamés claramente ha demostrado poca tolerancia hacia nuestro arquero. Algunas actuaciones importantes que ha tenido a largo de la campaña aquietaron esos reclamos». A su juicio, «un resultado como el de hoy focaliza el reclamo en nuestro arquero de una manera exagerada, y tal vez injusta, pero así ha sido».
Por su parte, Javier Aguirre reconoció que el Athletic jugó bien durante la primera media hora del partido. «Tuvimos fortuna. Fueron superiores y nos encontramos con el 0-1», comentó el técnico sobre el desarrollo del encuentro. A partir de ese momento, según opinó, el Espanyol se sintió mucho más cómodo, lo que propició la goleada en la segunda mitad. El mejicano alabó la actitud de los rojiblancos. «El Athletic peleó hasta el minuto 92», puso de manifiesto. J.V.
El rojiblanco Iñaki Williamnas (18 años) anotó ayer los dos goles de su equipo, el Juvenil de División de Honor, en la victoria por 2-0 ante el Numancia, y ya suma la cifra de 24 tantos en 22 partidos jugados, lo que le convierte en el pichichi de la categoría y de todos los equipos del Athletic esta temporada. Cedido el año pasado en el CD Pamplona, este curso aterrizó en Lezama donde su potencia, velocidad y acierto goleador se está dejando notar. Nacido en Bilbo, se fue de niño a vivir a Iruñea.
«Ayer tuve la ocasión de presentar mi monólogo en Lezama al primer equipo del #Athletic Un público muy atento y agradecido. Mil gracias». El exjugador de la Real Sociedad y actual cantautor y mologuista Zuhaitz Gurrutxaga desvelaba ayer en su Twitter que el sábado por la tarde actuó ante la primera plantilla del Athletic, de la misma manera que un par de semanas atrás lo hicieran un par de magos, siempre a instancias de Marcelo Bielsa.