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Julen Arzuaga Parlamentario de EH Bildu

Ninguna violencia, ninguna imposición

Frente los enredos que acompañan la puesta en marcha de la «Ponencia de Paz y Convivencia» en el parlamento de Gasteiz, el autor expone una reflexión en la aboga por construir un suelo común sobre el que asentar los trabajos de esa Ponencia, desde una «estación de partida» donde todos deben llegar con sus maletas, sin condiciones previas ni premisas de «dudosa factura moral». Y todo ello para llegar a una meta, a un futuro «sin ninguna violencia, sin ninguna imposición».

Llevamos varias semanas enredados en entresijos de palacio con la conocida «Ponencia de Paz y Convivencia». EH Bildu aboga por una ponencia inclusiva, que inicie su andadura sin cargas y soltando amarras de lógicas pasadas. Una ponencia que tome como única consideración de arranque la actual correlación de fuerzas del Parlamento Vasco, no para imponer números o mayorías, sino para que todas las sensibilidades estén oportunamente y de partida, representadas. Algo que no sucedió en otra Ponencia de idéntico nombre, allá por la pasada legislatura.

Creemos que debíamos llegar a la estación de partida con nuestras respectivas maletas, pero sin condiciones previas que hicieran a nadie revolverse en su asiento. Sin premisas de dudosa factura moral, como la que quiere imponer el PP con el recurso totémico de la condena de acciones que hoy, son pasado. Pero también sin condiciones derivadas de incorporar anteriores trabajos o reflexiones apresuradas y no necesariamente compartidas.

Es por ello que PSE, PNV y EHBildu llegaron a una escueta síntesis ante la que nadie pone objeción: «Se creará la Ponencia de Paz y Convivencia en el plazo de un mes». Como se ve, se prioriza establecer un nuevo solar compartido, básico, sobre el que iniciar la construcción. Recientemente algunos medios de comunica-ción han especulado con que alguien estaría interesado con cambiar esa simple frase. No nos consta semejante maniobra.

Los motivos para establecer un punto y aparte con los trabajos anteriores son relevantes: la Ponencia de Paz y Convivencia de la IX legislatura se soportaba en la falta de participación de todas las sensibilidades, no por voluntad propia de alguna de ellas, sino por rigores de la Ley de partidos. Con ese arranque errado, precipitado, en un momento además que exigía el concurso de todas las sensibilidades políticas del país, la conclusión no podía ser la acertada. El fruto de los trabajos fue un texto filtrado a la prensa sin siquiera oficiar una presentación pública en la que los autores se congratulasen por el resultado. Dos folios con visiones de parte y carencias. Un texto en el que tal vez se viesen reflejados sus redactores, pero que por supuesto, no puede involucrar a nadie más. Una Ponencia y un resultado cuyo recorrido ha expirado.

En esta nueva X Legislatura se puede decir que no hemos iniciado con buen pie los debates sobre los qués y los porqués de un conflicto de raíz política que se ha prolongado por más de cinco décadas. Desde el primer pleno de investidura todas las espadas han estado en alto. Que en los primeros lances los partidos quieran marcar terreno parece lógico. No lo es tanto cavar en él profundas trincheras. Es entendible establecer posiciones, pero -esperemos- sin erigir torres desde las que cómodamente lanzar dardos al enemigo.

Dos han sido las iniciativas que se han llevado a la cámara sobre esta cuestión: «la condena de la historia criminal de ETA» del PP y la «resolución de los 326 crímenes cometidos por la banda que todavía no han sido esclarecidos» de UPyD. Ambas, más que reflexiones que encaucen entendimientos sobre futuros pasos, adoptan la apariencia de armas arrojadizas. Es por eso que, con la actual configuración de la Cámara, ambas han decaído, junto con las enmiendas presentadas por otros grupos parlamentarios. Es aquí donde se produce el episodio de la votación errónea de una parlamentaria del PSE que conlleva aprobar una enmienda del PNV que, entre otras cosas que no compartimos, pide «adecuar» la política penitenciaria. Mención por la que optamos por abstenernos. La decisión de la Presidenta Bakartxo Tejeria de repetir la votación anuncia, si no hay sorpresas, nuevo empate.

No creemos que sea cuestión de empate, sino de empatía. No creemos que debemos jugar a pequeña, enmendando iniciativas que buscan la comodidad del inmovilismo. Debemos jugar a mayor. Es por eso que desde EH Bildu hemos propuesto un pleno monográfico sobre «los pasos a dar para la resolución del conflicto político vasco». Una discusión amplia, sosegada y responsable, que nos ofrezca un verdadero diagnóstico de lo que la Cámara opina sobre una larga situación de conflicto. Una lectura integral de lo acontecido, que nos impela hacia adelante. Un debate no en el que nos retratemos, sino en el que nos implique-mos por buscar salidas, con una actitud positiva y proactiva. Una discusión por la que se informe y se cualifique lo que entiende el Parlamento de Gasteiz, en su composición actual, por Paz y Convivencia. Términos que, para EH Bildu, encuentran su corolario en «ninguna violencia, ninguna imposición».

«Ninguna violencia» porque debemos diseñar una hoja de ruta con la que se desactive total y absolutamente cualquier expresión violenta. Ninguna agresión por motivación política que haya sufrido o sufra cualquier ciudadano, ciudadana, debería quedar fuera de nuestro foco de análisis. Tenemos que afrontar el reconocimiento a la totalidad de las víctimas generadas por múltiples violencias. Pero es una cuestión que también afecta al presente: mientras algunas expresiones de violencia están en el carril de su desaparición, hay otras que son plenamente vigentes. La más evidente, probablemente, es la política penitenciaria, que se alimenta además con nuevas detenciones y con la persistencia de juicios políticos anacrónicos en tribunales extemporáneos.

A la desaparición de todas las violencias debe acompañar la desactivación de toda imposición. «Ninguna imposición» que afecta directamente a la convivencia, ya que impide una relación respetuosa, basada en la libertad y la dignidad de las personas. Hoy persisten vetos legales e impedimentos ale-gales a que todas las aspiraciones, proyectos, anhelos de la ciudadanía se puedan materiali-zar. Obstáculos y amenazas de incluso inter- vención armada (art. 8 de la Constitución espa- ñola) que, desde nuestro punto de vista, impo- sibilitan que se reconstruyan los puentes entre las diferentes sensibilidades ciudadanas. La negativa al reconocimiento y respeto al dere- cho de decidir es el que pone en jaque la con-vivencia libre y pacífica de la ciudadanía vasca.

El propio PSE denunciaba en su reciente Congreso el «ataque de los nacionalismos a la convivencia común», por la mera expresión de sus proyectos políticos. ¿No participa en la pugna el nacionalismo de otro signo, es decir, el español? ¿No se puede reconvertir ese presunto «ataque» a la convivencia en expresión democrática? Encontremos en la decisión ciudadana libremente emitida la legitimación de cualquier proyecto y, con ello, desactivemos cualquier rémora de imposición.

Ese debate monográfico, inclusivo e integral que proponemos debería establecer un nuevo suelo sobre el que, después, acudir a los trabajos en Ponencia. Tan importante como la meta es el camino. Debemos afrontar una agenda que posibilite expresarse y escuchar a comparecientes de distinto signo, que den oportunidad a entender, sentir, empatizar con puntos de vista que tal vez nunca siquiera habíamos tenido la oportunidad de encarar. Estoy convencido de que para enseñar hay que estar dispuesto a aprender, también en el ámbito de las causas y consecuencias de años de enfrentamiento. Esa es la base sobre la que queremos construir un futuro de Paz y Convivencia, en esta casa, pero también acompasándolo con otras múltiples iniciativas e impulsos sociales. Un futuro sin ninguna violencia, sin ninguna imposición.

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