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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Sota, caballo, rey a cuenta del Papa

Servidora lleva años en esta tarea y mi experiencia tiene ya varias capas de escama. Ayer fue uno de esos días donde una se pone delante de la pantalla con el menú servido, y no queda otra que tragar y escribir a tiro fijo. Como dije a mis amigas del cortadito mañanero, «a cuenta del Papa hoy toca sota, caballo, rey» y como preveía, el repaso a la prensa confirmo mis auspicios. Todos hablaban sobre el Papa, de todo un poco, con gran relevancia de las quinielas de los sustitutos, las intrigas y los secretos del Vaticano.

Los diarios del infraebro tenían en relación a la renuncia del Papa interpretaciones para todos los gustos. Y así, mientras que «El País» llevaba a titular «el Papa, solo y sin fuerzas, renuncia», el «El Mundo» lo hacía con un «se rompe la tradición de que el Papa muere «en la cruz»». Diferencias de matiz, que en el caso de la prensa más ultra y rabiosamente católica llegaban a ser mucho más ronunciadas.

Así, «La Razón» se daba un baño de nacionalcatolicismo en su editorial «El Papa de corazón fuerte». Primero subrayaba que «El Papa Ratzinger ha mantenido una intensa y constante relación con la Iglesia española y sus obispos, a los que ha apoyado sin fisuras en su labor pastoral» para después venirse arriba y destacar que «el hecho de que en sólo siete años visitara España en tres ocasiones revela la predilección del Santo Padre por una nación con hondas raíces cristianas». Una conocía la sintonía entre el Papa y Rouco Varela y sus obispos, muchos de ellos carcas y fachas a más no poder. Y quizá por ello, me resulta creíble lo del especial interés de Ratzinger por convertir a la Iglesia española «en motor de la nueva evangelización» de Europa. Pues eso, según «La Razón», que los obispos se preparan para la misión de reconquista.

El diario «Abc» tiraba por la misma senda y en portada presentaba un titular -«El Papa libre»- que auguraba lo que venía en páginas interiores. Un acto de peloteo en su versión más hortera y casposa. En su editorial, se daba también un bañito de nacionalcatolicismo al afirmar que «España ocupará un lugar especial en el Papado de Benedicto XVI, atacado por el progresismo y mal defendido por el catolicismo claudicante».

No sigo para no empalagar al personal. Mañana será otro día y servidora, gustosamente, se dedicará a otros temas.

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