Joxemari Carrere Zabala Actor y narrador oral
Críticas
El crítico teatral de «El Diario Vasco», Roberto Herrero, califica la obra «A fuego lento» como un «apestoso gato por liebre» y nos señala a los actores como quienes «en el mejor de los casos, nunca movieron un dedo contra la barbarie». Este señor ejerce la acusación irresponsable desde su tribuna para atacar a profesionales de las artes escénicas
Las persona que nos subimos a un escenario con alguna propuesta escénica tenemos claro que esta- mos expuestos a las críticas. Asumir las críticas es asumir la opinión de otra persona sobre dicho trabajo, aunque a veces nos cueste, y hasta nos enfade. Asumir las críticas lleva consigo ser sincero con uno mismo y aceptar que el trabajo hecho con tanto esmero, dedicación y sudores, quizás no haya cumplido las expectativas que se fija uno mismo.
La crítica teatral reflejada en un medio impreso, realizada por una persona a la que se le reconoce capacidad para ello, sirve para que el lector tenga cierta referencia sobre una obra que pueda despertar su interés. Por otra parte, al ser una crítica, debe servir a quien la recibe para tener una opinión autorizada sobre su trabajo. Es claro que pueden gustar o disgustar, pero hay que aceptarlas como la opinión de alguien sobre el trabajo propio.
Pero hay críticas que más que llevar a la reflexión, buscan la simple descalificación. Un claro ejemplo de ello es lo escrito por el crítico teatral Roberto Herrero sobre la obra teatral «A fuego Lento» en las páginas de «El Diario Vasco». El señor Herrero más allá de expresar su opinión sobre dicho trabajo; en su espacio se dedica a descalificar un trabajo, el cual, por supuesto, no tiene por qué ser de su gusto, con argumentos que en poco se acercan a una crítica teatral. El calificar la obra como «un apes- toso gato por liebre», no tiene por objeto criticar una puesta en escena sino descalificarla desde el mal gusto sólo por no compartir dicha propuesta escénica. Por supuesto que es muy libre de no compartir dicha propuesta y expresar tal opinión; pero en cuanto crítica teatral, las opiniones tienen que razonarse desde dicho punto de vista, ya que de lo contrario se cae en la simple descalificación e insulto. Alguien que lea dicha crítica tendrá como referencia del trabajo hecho una «función, de escasos recursos teatrales y confusa narración», que «se mueve entre un sucedáneo de teatro documento, una historia de ciencia ficción y un panfleto», argumentado todo ello desde una visión parcial de lo que se plantea en la obra. Y todo ello porque el crítico mantiene unos posicionamientos políticos e ideológicos enfrentados a lo propuesto en la función, argumentados desde la simple descalificación.
Por otra parte, y como integrante del elenco de actores, no puedo dejar pasar el comentario en el que nos señala a los participantes en la obra como quienes «en el mejor de los casos, nunca movieron un dedo contra la barbarie». Este señor ejerce la acusación irresponsable desde su tribuna para descalificar a profesionales de las artes escénicas. Por otra parte, considero que desde la escena vasca se planteen producciones en las que se hable de un conflicto que ha producido tanto dolor y enfrentamiento, no hace sino ayudar a que en este país se comiencen a tender puentes en la búsqueda de una convivencia pacífica entre todas las opciones e ideologías que lo habitamos. Descalificaciones como las del señor Herrero, no aportan nada en esa línea, y aunque está en su libertad para ello, no es de recibo que las realice basadas en el desconocimiento, los prejuicios y las falsas acusaciones hacia profesionales de la escena.
La crítica teatral es necesaria para que el teatro vasco pueda evolucionar, regenerarse, darse a conocer. Pero utilizar dichas críticas para tergiversar, descalificar, crear trincheras y, en definitiva, en función de opiniones prejuiciadas, no aportar nada en la búsqueda de un desarrollo de la escena vasca, solo nos lleva al estancamiento de una sector cultural necesitado, más que nunca, de dinámicas encaminadas a hacer del teatro una actividad enraizada en el enriquecimiento cultural y social de nuestra sociedad. Le recomendaría al señor Herrero utilizar gafas de colores, ligeras, en vez de anteojos pesados que muestran la vida en blanco y negro.