«El amor es un concepto muy grande: amor a la naturaleza, amor a la patria, a la vida como concepto místico»
Voz y guitarra
El arratiarra Borja Estankona ha grabado «Fruitua», su impecable segundo disco en solitario y uno de los álbumes más personales y atractivos de la temporada. Maneja con soltura la guitarra, cuida el aspecto literario, canta con personalidad y refuerza todos los planos con sentimiento. Acostumbrado a los detalles y la improvisación, este viernes acompaña a la escritora Castillo Suarez en Donostia.
Pablo CABEZA | BILBO
Borja Estankona nace en el barrio Elexabeitia de Artea en 1979, en el valle de Arratia, lugar donde vivió la inolvidable Maurizia Aldeiturriaga, aunque naciese en Zeberio. Estankona pasa cerca de diez años en Bilbo, tiempo en el que estudia en Bellas Artes, hasta regresar de nuevo a Elexabeitia, donde reside. De pequeño recuerda escuchar el hipnótico «Altabizkar-Itzaltzuko bardoari», de Lertxundi, junto a Vivaldi o Igor Strabinsky.
Aún con los puzzles para jugar no muy lejos, Borja toma clases de solfeo con seis años. Un año después, sin conocer el castellano, estudia violín en el conservatorio Juan Anchieta de Bilbo: «Era un niño tan de entorno verde, que siempre volvía con dolor de cabeza de Bilbao». El violín no le satisface, lo que a Borja le llama la atención son los video-clips y los sonidos de bandas de pop y rock que ve por la tele. Construye baterías con palanganas y baldes, tapas de cajas de metal de galletas y guitarras eléctricas de cartón. «Ponía la música a tope y tocaba por encima, o hacía como que tocaba. Si algo me gustaba mucho, pasaba a la acción. No podía contener el deseo. ¿Por qué contenerlo? Siempre fui así». Con 14 años deja el violín y toma una guitarra acústica que había en casa y la transformación toma su camino.
«En cuanto a la música que me gustaba era casi toda estadounidense e inglesa, aunque con excepciones. «Reconozco que los yankis me vendieron muchas veces la moto a través del cine y la tele, pero es que lo vendían muy bien. Pero también recuerdo que había un programa que se llamaba Ikus-Ikas en ETB, que empezaba con una canción de Delirium Tremens que me dejó con la boca abierta. Era la primera vez, creo, que la cultura vasca se me presentaba ante mí como algo moderno».
Estankona comienza con una banda folk, Behin eta Berriz, continúa rockeando con amigos, versionando... Así hasta que las cosas cambian drásticamente cuando conoce a Iñaki Garrido y Koldo de Miguel. Improvisan, buscan un sonido y le ponen nombre, Iniezione. «Dedicamos años en encontrar un sonido propio. Al final lo conseguimos y grabamos tres canciones que nunca publicamos». En esta época escuchan cosas como Slint, Shellac, Codeine, Come, Tortoise..., sonidos próximos al post rock.
Tras una pausa, se crea Arean, banda con la que graba dos disco en 2005 «Arean» e «Higakorra»(Gaztelupeko Hotsak). «Nos dimos cuenta, que la música hecha con una guitarra, un bajo, una batería y unas letras cantadas te puede llevar a sitios inimaginables. Nuestra vida diaria también estaba impregnada de esa magia. Cuando descubres estas cosas, difícilmente cambias de afición».
Literatura y música. «'Zantzoa' fuimos un grupo de jóvenes de Arratia que entre 1996-1998 nos juntamos para hacer una revista literaria. Eran sobre todo mis compañeros y compañeras los que escribían poemas. También se introducían en la revista poemas de otros autores. Y después hacíamos recitales poéticos, donde lo escrito en papel se defendía detrás de un micro. Yo, sobre todo, acompañaba con la guitarra a los que recitaban. Fue muy positivo».
«Nunca he dejado de lado este género de los recitales. De hecho, este viernes acompañaré a Castillo Suarez en la presentación recital de su libro `Urtbetetze festa' en el Koldo Mitxelena de Donostia ( 19.30). Y con mi hermano Igor, cuando publica un libro de poesía o surge alguna oportunidad, hacemos recitales con música».
«Fruitua» (Baga Biga) es el segundo disco en solitario de Estankona. Fue uno de los mejores discos del año pasado y continúa vigente tanto por la calidad, queno perece, de las composiciones como por los textos. Un álbum que se desenvuelve entre el rock con algunas pinceladas blues escondidas, como flotan vagamente algunos acordes reiterativos que recuerdan su época post-rock. Es un disco de sonido limpio, con ligera distorsión, con Estankona tirando de volumen con la voz, singularizándolo. Es un álbum de sentimientos, de brillantes descripciones musicales. Es imaginativo componiendo, posee estilo y personalidad tanto por la forma de tocar la guitarra como cuando se acompaña con la voz.
Borja es versátil, pero su voz y la Telecaster se encargan de que todo suene coherente, hilado. Puede jugar con un reggae, con una canción country, pero todo será Estankona, «Fruitua», uno de los placeres de la temporada. «El siguiente disco será de un estilo más concreto. Pero también habrá mucha variedad de ritmos y tonos». Y, además, en directo, Estankona es personal, creíble, físico.
«Aitortzea» cierra el cedé, difícil hallar una canción tan frágil, intensa y descarnada en un cierre de disco.
Si alguna vez he hecho un himno, es "Aitortzea". La guitarra y la melodía de la voz las compuse hace tiempo. Lo que más costó terminar fue la letra. Pero nunca forcé demasiado. Al final aparecieron las palabras precisas, y ya está. Cuando la toco, viajo mucho por mi interior, entre paisajes, carreteras, personas... Es un himno al amor y a la libertad. Conseguí dar con la letra y me alegro, porque es imposible tocar esta canción sin poner el corazón en cada palabra.
Precisamente le otorga bastante importancia al amor en sus cuidadas letras.
El amor es un tema muy presente en mi música. El amor puede ser un concepto muy grande: el amor a la naturaleza, el amor a la patria, a la vida como concepto místico. Pero yo, cuando hablo de amor, por lo general, es el amor hacia las mujeres que me han acompañado sentimentalmente en una época concreta de mi vida. Cuando digo esto, también hablo del final del amor, claro.
«Armairua bota» es otra canción destacable, si es posible. Si se hubiese querido podría haber derivado hacia un stoner crispado, si es que no lo es, pero también hacia CSN&Y, y Young y Pearl Jam se unieron con el tiempo.
Has dado completamente en el clavo. Cuando compuse la canción lo hice desde una actitud stoner. Me imaginaba con sonido grave. Pensé en tocarlo con una Gibson para conseguir ese sonido. Pensé incluso que se alejaba del terreno que estaba trabajando con Jimmy e Itsaso. Pero cuando lo tocamos juntos me pareció perfecto, que le venía muy bien al repertorio y que la tocaríamos. Y así hicimos. La toco con mi Telecaster. Y de acuerdo con el adjetivo crispado.
Algunos quiebros de voz de «Aitortzea» receurdan a Van Morrison, pero no me le imagino en su ideario.
Me gusta cantar. Lo hago mucho en mi vida cotidiana. Y la música que más disfruto cantando son composiciones que tienen una melodía que me enganchan. No canto rap, por ejemplo. No tiene que ser necesariamente una melodía compleja. Las canciones que cuentan con una melodía que me gusta cantar, se convierten en títulos que me acompañan. Sí, hay días que estoy con una canción de Van Morrison, pero otros con una de Cowboy Junkies, Neil Young o de Otis Reding. La voz es clave en mi música. La melodía de una canción me sale de manera natural. Lo difícil es conseguir escribir una letra que me ayude a cantar esa melodía con las mayores ganas y la mayor expresividad posible.
Hay distorsión, pero su guitarra suena limpia.
Siempre compongo con la guitarra acústica. Me gusta su sonido y calidez. Lo encuentro más amable para componer. A veces, me llevo la guitarra a un paraje que sé que me ayudará con las ideas que tengo. Por lo tanto, ni la distorsión ni el volumen amplificado son factores decisivos en el proceso de la composición. Mi guitarra acústica suena limpia, y me gusta distinguir cada nota, percibir su valor, disfrutar de cómo se mezclan sus armónicos. Después, toco estas ideas con mis músicos (Itsaso Etxebeste, a la que conocí viendo a Katamalo, y Koldo de Miguel, de Arean). Es entonces cuando paso a tocar con mi Telecaster. Por lo general funciona bien. Una vez con la eléctrica empiezo a soltarme, todo es más expresionista, incorporo distorsiones...