El Athletic se enfrenta a la madre de todas las mudanzas. Si cambiar de piso puede adquirir tintes de odisea es fácil adivinar el esfuerzo que implica reubicar a 43.000 personas -la suma de los socios actuales y los socios Barria-, por muchas ventajas que ofrezca el traslado al nuevo San Mamés.

Son muchas, pero las dimensiones del proceso y algunas particularidades del nuevo estadio, que lógicamente difiere del actual, crean también algún inconveniente, que la Junta directiva del Athletic ha intentado solucionar ateniéndose a dos premisas que tanto Josu Urrutia como el secretario de la Junta Javier Aldazabal quisieron subrayar ayer, transparencia -«es algo que nos obsesiona desde el principio», aseguró el presidente rojiblanco- y objetividad. A fin de cuentas, este tipo de operaciones tienen mucho de proceso matemático -el club, de hecho, ha llegado a consultar con el último premio Nobel de economía-, especialmente recomendable cuando, probablemente, «pasa como con las alineaciones y cada uno de los 36.000 socios tenemos una forma de hacerlo en la cabeza», sonreía Aldazabal.

La mecánica para el traslado de los socios al nuevo estadio se divide en dos ejes fundamentales, el sistema de reubicación y el proceso de elección de localidad para aquellos socios que, por diferentes motivos, no acepten la localidad propuesta por el club o no tengan en el nuevo campo una localidad equivalente a la que ocupan actualmente en San Mamés. Y es que por sus dimensiones, por su forma y por las exigencias que implica la catalogación de estadio de elite de cinco estrellas, el nuevo campo presenta algunas particularidades, que impiden que todos los socios tengan su «localidad equivalente». Esas características diferentes pasan por la desaparición de las preferencias, asimiladas por las tribunas bajas, la habilitación de dos zonas de animación en las localidades más cercanas al césped, la reserva de la fila 26 -la última de la tribuna baja- para personas con problemas de movilidad, la ubicación de los vomitorios o las zonas destinadas a prensa y aficiones rivales, que en el caso de los partidos europeos debe ascender al cinco por ciento del aforo.

Tal y como explicó el gerente del club Jon Berasategi, para buscar la equivalencia de «cada uno de los asientos y de las filas actuales en el nuevo campo, hemos trazado una doble línea imaginaria. Una corta la línea del centro del campo y la otra el punto de penalti, dividiendo el campo en cuatro partes. Asignamos la localidad que está en el centro de cada línea al socio que en el campo actual también está en el centro y a partir de ahí empezamos a asignar las localidades a izquierda y derecha. Si todo el mundo aceptara las localidades propuestas, tendríamos delante, detrás o a los lados a las mismas personas que tenemos en el actual San Mamés».

El problema, uno de ellos, es que no todos los socios lo aceptarán, bien porque no les agrada, bien porque quieren agruparse con otros socios. De la misma manera, por esas particularidades del nuevo estadio -la situación de los vomitorios, la mayor anchura de los asientos, la reserva de algunos espacios...-, algunas localidades no tienen su equivalente en el nuevo San Mamés, con lo que, de inicio, a esos socios no se les ha asignado ninguna en el nuevo estadio. Por eso, serán los primeros en elegir localidad.

Los cambios y el calendario

Ahí arranca el segundo eje del proyecto, la ubicación de los socios que no tengan localidad asignada -al no existir una equiparable- o quieran cambiar la que les ha correspondido. Los socios cuya localidad en el actual San Mamés que no tengan una localidad equivalente en el nuevo, serán los primeros en poder elegir.

El resto se dividirá en tres listados. En la primera lista estarán los socios que individualmente quieran cambiar de ubicación y aquellos que quieran agruparse con otros socios; en la segunda, aquellos que quieran agruparse con socios Barria; y en la tercera, exclusivamente los socios Barria. Elegirán en ese orden y, dentro de cada lista, elegirán en función de su antiguedad, de mayor a menor. En el caso de los grupos, se calculará la media de antiguedad de todos los socios que quieran agruparse. Además, los socios que durante la temporada 13/14 no tengan su localidad disponible, al estar construyéndose aún la última tribuna, pero que sí recibirán una propuesta de localidad para cuando el nuevo San Mamés esté completo, tendrán reservado en exclusiva el anillo central del nuevo estadio -que posteriormente se dedicará a palcos vip y asientos business, además de al palco de honor- para el próximo curso.

Aunque los socios, que también pueden informarse a través de la página web del club y en un local habilitado al efecto en Elkano 20 -estará abierto a partir del 20 de febrero, de lunes a sábado, ininterrumpidamente de 8.00 a 21.00-, ya han recibido toda la información por carta, Javier Aldazabal adelantó ayer el calendario del proceso, que reconoció complejo y por el que pidió «paciencia» a la masa social rojiblanca. El 20 de febrero se pondrá a disposición de todos los socios a través de la página web y en el local de la calle Elkano cuál es su localidad en el nuevo estadio. Tendrán tres semanas, hasta el 13 de marzo, para decidir. Si no comunican lo contrario en ese periodo de tiempo, el club entenderá que han aceptado la localidad. En caso contrario, pasarán a uno de los tres listados. El 16 de marzo se publicarán en la página web y en el tablón de anuncios de Ibaigane el listado de socios que han aceptado su localidad, el de aquellos que no tienen localidad equivalente y los tres de quienes no la han aceptado, ordenados por antiguedad. El socio que no esté de acuerdo podrá presentar alegaciones hasta el 19 de marzo. Dos días después, el 21, el club publicará las listas definitivas y comenzará a citar a los socios que deban elegir localidad: los que no tienen localidad primero y los de los tres listados después. A partir de ese día comenzarán a elegir su localidad. El nuevo San Mamés estará un poco más cerca.