«Si Obama consiguiera aprobar todo lo que ha propuesto, en un par de años cada niño de cuatro años tendría acceso a preescolar, el salario mínimo sería más alto que nunca desde 1981, las armas serían difíciles de obtener y los inmigrantes indocumentados tendrían un camino a la ciudadanía. Estados Unidos sería otro país diferente». Esta opinión del analista del «Washington Post» Ezra Klein resume la agenda de reformas que presentó el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en su discurso del estado de la Unión.

En la primera intervención ante el Congreso de su segundo y último mandato, -ya sin las ataduras de una nueva campaña electoral- Obama se mostró más ambicioso y combativo que en discursos anteriores.

Ofreció una imagen más «liberal», en el sentido estadounidense del término, es decir, marcando claramente las distancias con «las políticas de centroderecha de Ronald Reagan que han dominado la vida política estadounidense durante más de tres décadas», en palabras de Glenn Trush, analista de la revista «Político».

Así, llamó a impulsar el crecimiento económico, rescatar la clase media, impulsar el control de armas, reformar las leyes migratorias y combatir el cambio climático. Y además, pidió actuar sobre todas estas reformas con urgencia.

«Una economía en crecimiento que cree buenos empleos para la clase media: esa debe ser la estrella polar que guíe nuestros esfuerzos», subrayó el presidente estadounidense. Además, advirtió de que los beneficios empresariales «se han disparado a máximos» mientras «desde hace más de una década los salarios e ingresos apenas se han movido».

Frente a las críticas republicanas por el gasto público, aseguró que su tarea será hacer «no un gobierno más grande, sino más inteligente, que trabaje en nombre de la mayoría, no de unos pocos». Obama expresó su deseo de que «la próxima revolución manufacturera sea `Hecho en Estados Unidos'», al anunciar la creación de tres nuevos centros de innovación para que el país sea «un imán para nuevos empleos».

Además, pidió al Congreso que apruebe una subida del salario mínimo progresivamente hasta los 9 dólares a la hora en 2015, frente a los 7,25 actuales, y planteó el objetivo de erradicar la pobreza extrema en el mundo en las próximas dos décadas, con el compromiso de empezar a trabajar para cumplirlo.

Para el crecimiento de la clase media, los estadounidenses «deben tener acceso a la educación y la capacitación que exigen los empleos hoy en día», argumentó Obama al proponer más inversiones para ampliar el acceso a programas preescolares de «alta calidad». La apuesta por la educación y las energías limpias es otra pieza clave del plan económico presentado por el presidente, quien también instó a los congresistas «a dejar los intereses partidistas a un lado» y trabajar «por un presupuesto que reemplace los recortes insensatos con ahorros inteligentes y sabias inversiones en el futuro».

Control de armas

La reducción del déficit público en la que llevan meses enfrascados demócratas y republicanos «no es por sí sola un plan económico», advirtió Obama al reiterar la necesidad de una reforma del sistema impositivo y de algunos programas sociales. En uno de los momentos más aplaudidos, instó al Congreso a aprobar leyes para el control de las armas porque, dijo, tras la masacre en una escuela de Newtown, esta vez el debate «sí es diferente» y una «abrumadora mayoría ha unido fuerzas» en torno a reformas «de sentido común».

«Las familias de Newtown merecen un voto. Las familias de Aurora merecen un voto. Las familias de Oak Creek, Tucson, Blacksburg y de un sinnúmero de otras comunidades desgarradas por la violencia armada, todas merecen un simple voto», remarcó Obama al mencionar varias de las tragedias recientes causadas por las armas en el país. Además, prometió que promulgará «de inmediato» una reforma migratoria integral si el Congreso la aprueba y también que adoptará medidas ejecutivas para afrontar el cambio climático si los legisladores no toman la iniciativa al respecto.

Obsesión por los impuestos

Tras el discurso, los republicanos describieron a un Barack Obama «obsesionado por la subida de impuestos». El senador por Florida Marco Rubio -un incondicional del movimiento «Tea Party» y esperanza republicana para relanzar el partido y sumar seguidores entre el electorado hispano- atacó la agenda que delineó Obama al asegurar que sus políticas aumentarán el déficit y perjudicarán a la clase media. «Aumentar impuestos no creará empleos en el sector privado», declaró en una intervención televisada desde una sala del Capitolio. «Ningún aumento realista de impuestos podrá reducir nuestros déficits. Por eso espero que el presidente abandone su obsesión por aumentar los impuestos y preferirá trabajar con nosotros para lograr un verdadero crecimiento de nuestra economía».

Su mensaje, parte leído en inglés y parte en español, insistió en que, frente al «Estado eficaz» de Obama, el papel del Estado federal y los impuestos deben reducirse para liberar el crecimiento.

Rubio acusó al presidente de creer que la «economía de mercado es la causa de nuestros problemas y que la crisis económica ha llegado por que el Estado no cobra suficientes impuestos, no gasta suficiente y no controla suficiente». A su juicio, «un dólar que se lleva el Estado es dinero que no se invierte en la creación de empleo».

Pero matizó sus críticas a los programas sociales como Medicare, recordando que su propio padre, muerto de cáncer, se beneficio de una cobertura de la sanidad pública durante su tratamiento y ahora lo hace su madre con los gastos médicos, aunque «los que desean dejar Medicare en su estado actual desean en realidad su quiebra».

Aunque el momento más mediático del republicano llegó cuando se inclinó hacia un lado para coger una botella de agua y beber un poco», que rápidamente se extendió por las redes sociales.