Mikel INSAUSTI Crítico cinematográfico
Culo de mal asiento
Si me quedo en el paro ya sé de otra profesión para la que nunca me cogerán. Es la de «ocupador de asientos» o lo que en el mundo anglosajón se denomina un seat filler. Es el personal que en las galas de entregas de premios se dedica a ocupar los asientos que los famosos dejan libres durante unos breves momentos, cuando van al baño o les toca presentar o recoger el galardón de turno.
En estos días previos a los Goya o los Óscar se habla mucho de ellos, de lo difícil que es hacerse con un puesto. Resulta que es un trabajo muy cotizado, para el que se forman colas, porque se presentan cantidad de fans que quieren estar cerca de sus ídolos.
La selección debe ser muy dura, ya que se necesita una buena percha para lucir el esmoquin o el traje de noche como es debido. Además hay que ser muy ágil y muy rápido, pues es necesario moverse entre las filas de invitados sin molestarles. Casi hay que tener el don de la invisibilidad, para pasar desapercibido en los planes generales de la retransmisión televisiva.
Estoy hablando de una preparación similar a la de un comando militar, toda vez que la coordinación entre los ocupadores ha de ser total. Cada uno de ellos debe saber quién está sentado en cada butaca y elegir el instante preciso para reemplazar al titular de la localidad que queda vacante. De lo contrario, le puede ocurrir como al que no se levantó del asiento a tiempo, comprobando que el famoso ya volvía de regreso saludando a las cámaras, por lo que tuvo que echarse al suelo y arrastrarse hasta alcanzar una salida de emergencia.
Prometo no quejarme más de que me paso toda mi jornada laboral sentado en el mismo sitio.