CRíTICA teatro
Espejos metafísicos
Carlos GIL
Dos cuerpos, dos personas, dos personalidades, dos intérpretes. Una distancia abisal entre la figura de uno y otro. La misma que entre sus disciplinas de origen. Pero ambos hablan; ambos bailan. Hay diálogo físico y diálogo verbal, como si una suerte de espejos metafísicos pudieran comparar la orondez de un actor que rememora su vida y sus ansias de triunfo, con la del cuerpo esbelto de un bailarín que parece suspenderse en el aire, que no ocupa más lugar que el deja la sombra de su compañero de aventura. Porque es una aventura conceptual, artística, una experiencia en la que el diálogo entre esos dos artistas del escenario crea un complejo mundo de simbologías y de mensajes que son recibidos por el espectador en clave de vindicación. El actor con sobrepeso aparece desnudo, disfrazado, sin complejos. El bailarín esbelto, igual. Se colocan en el mismo rango de valor escénico. La belleza es una concepción residual de la educación. La estética no sabe de esos cánones, sino que siempre hay un vínculo que hace que la obra supere al artista.
Y estamos ante dos artistas componiendo una obra a cuatro manos, cuatro piernas, dos cuerpos, y muchos textos que adquieren valor poético en el bailarín Abreu y valor documental en el actor Leal, pero casan los dos discursos, se embridan, acaban fusionándose, y nos deparan uno de esos trabajos que satisfacen todas las expectativas, que remueven, son paradójicos, pero llenos de ternura y de unas ganas inconmensurables de vivir, de transmitir vida escénica, teatro, danza, texto, movimiento. Un espectáculo de dos almas que coincidieron en el espacio y el tiempo.
Obra: «Nuevamente ante ti, fascinado».
Autor: Daniel Abreu.
Intérpretes: Daniel Abreu, Roberto Leal.
Director: Daniel Abreu.
Sala y fecha: La Fundición, Deusto. 25 de enero de 2013.