La Policía reprime con saña la huelga general de protesta en Bahrein
La Policía de Bahrein se empleó ayer con saña para acallar las protestas en las ciudades de mayoría chií, durante la jornada de huelga general convocada en el segundo aniversario del inicio del movimiento contra el régimen suní. Un adolescente resultó muerto por los disparos de la Policía y cientos de personas heridas. La oposición reclama un gobierno elegido pero empieza a gritar contra la monarquía.
GARA | MANAMA
Un adolescente bahreiní murió ayer a manos de las fuerzas de seguridad durante una manifestación conmemorativa del segundo aniversario del comienzo de las movilizaciones a favor de la democracia, según informaron fuentes opositoras.
La página de internet del principal grupo opositor, Wefaq, informó de que un joven identificado como Alí Ahmed Ibrahim al Yazeeri, nacido en 1996, falleció por el impacto de una bala explosiva -prohibida por las normas internacionales- en la localidad de Diya, cerca de la capital, Manama.
El Ministerio del Interior también recogió la muerte del joven en un comunicado, pero no aportó más detalles, salvo la precisión de que la jefatura de operaciones de la Policía fue informada por el Hospital Salmaniya del fallecimiento de una persona «ingresada con heridas que le causaron posteriormente la muerte».
El Ministerio también aseguró que los manifestantes bloquearon numerosas carreteras que comunican con las aldeas que rodean Manama.
Centenares de manifestantes salieron a la calle en varias ciudades para reclamar reformas políticas, respondiendo a la convocatoria de huelga general y desobediencia civil lanzada por el movimiento 14 de Febrero.
Además del joven fallecido, decenas de personas resultaron heridas, algunas gravemente, o sufrieron problemas respiratorios «por el intenso lanzamiento de gases lacrimógenos en barrios residenciales», según Wefaq. Las fuerzas antidisturbios también dispararon con postas contra los manifestantes, que respondieron con piedras y cócteles molotov. «El pueblo quiere la caída del régimen», «Abajo Hamad», en referencia al rey de Bahrein, gritaron en las ciudades de Sitra, Barbar y Bilad al-Qadim, cuyos accesos estaban bloqueados con neumáticos incendiados o contenedores de basura
En Sanabes, las fuerzas de seguridad impidieron a los manifestantes acercarse a la Plaza de la Perla, símbolo del levantamiento del 14 de febrero.
La oposición reclama una monarquía constitucional, un gobierno elegido y el fin de la discriminación confesional, pero los jóvenes del 14 de febrero van más allá y reclaman ya la caída del régimen.
En la capital, Manama, la actividad parecía normal, pero en algunas ciudades las manifestaciones se repitieron por la noche.
Según la Federación Internacional de Derechos Humanos, la revuelta ha sufrido ya 80 víctimas mortales y varios opositores están encarcelados.
Conversaciones
Las protestas se producen una semana antes del comienzo de las conversaciones entre la oposición y el Gobierno para poner fin a dos años de crisis e intentar la reconciliación.
Las revuelta en Bahrein -sede de la Quinta Flota de Estados Unidos- comenzó de forma masiva a principios de 2011 y fue duramente reprimida, con la colaboración del Ejército de Arabia Saudí. Desde entoncees, las protestas han continuado a pequeña escala, protagonizadas por movimientos chiíes que se oponen al régimen autoritario de la dinastía suní que reina en el país y que reclaman elecciones y la instauración de una monarquía constitucional.
En la ciudad chií de Sitra, cerca de Manama, Mahmud, un adolescente de 17 años, se enfrenta cada noche con cócteles molotov al enemigo, la Policía de Bahrein, que replica con granadas lacrimógenas, bombas aturdidoras y disparos de postas. «Sitra es la capital de la revolución», afirma el joven, en chándal y con la cara cubierta. «Matan a mucha gente. El régimen debe caer», afirma Mahmud, en paro como varios de sus compañeros. Este joven, moreno de ojos brillantes admite haber aprendido a hacer cócteles molotov. «Los preparamos en casas abandonadas. Los revolucionarios hemos aprendido cómo fabricarlas. Las lanzamos a la Policía porque son nuestros enemigos, entran en nuestros hogares, atacando a las mujeres y los niños. Es legítima defensa». Ali, de 19 años, interviene: «No tenemos ningún problema con los suníes. Nuestro problema es con el régimen».
Reunidos ante la «husseiniya» (lugar de culto chiíta) en el pueblo, esperan el paso de una manifestación organizada por los partidos de oposición tradicionales para pedir reformas políticas. Pero ellos esperan la orden del Movimiento 14 de febrero, un colectivo clandestino que organiza la movilización en las redes sociales. Tras el paso de la manifestación van a bloquear la entrada de Sitra con la ayuda de piedras, troncos de árboles y contenedores de basura. Varias mujeres ondean la bandera roja y blanca de Bahrein y les animan gritando «Dios es el más grande». Los blindados de la Policía no tardan en aparecer. Jóvenes y policías juegan al ratón y al gato. Uno lanza piedras, otro un cóctel molotov desde un edificio. Los antidisturbios, enmascarados, disparan gases lacrimógenos.
En todas las aldeas chiíes en las afueras de Manama, contenedores de basura incendiados que cubren las calles son testigos de enfrentamientos diarios. Las pintadas en las paredes de Sitra y otros pueblos chiíes repiten las mismas consignas: «Abajo con la dinastía Al-Khalifa» «¡Abajo Hamad» (rey Hamad bin Isa Al Khalifa). Son el reflejo de una radicalización de la calle, mientras que la oposición tradicional, liderada por el grupo Wefaq, sigue exigiendo reformas políticas, incluida una monarquía constitucional. Pero para muchos habitantes, no hay diferencia. «Por la tarde estamos con Wefaq, que organiza manifestaciones autorizadas y por la noche respondemos a la convocatoria del 14 de febrero», explica un habitante. «El 14 de febrero de 2011 teníamos revindicaciones. Hoy queremos la victoria o la muerte», resume Yussef Ahmad, un vecino de Sitra. Wissam KEYROUZ