Maite SOROA | msoroa@gara.net
El futuro de UPN
La inmensa mayoría de los medios escritos y digitales del infraebro estaban enfrascados ayer en lo que por allá llaman Debate sobre el Estado de la Nación, pero buceando en la red servidora encontró a un opinador al que le preocupa más otro debate, el que al parecer se está produciendo en UPN para hacerse con el control del partido. Habrán adivinado que se trata de Pascual Tamburri, quien en «Elsemanaldigital» explicaba a sus lectoras y lectores que «UPN afronta un turbulento congreso en el que se tomarán decisiones trascenden- tes para el mismo partido, para Navarra y para España; y donde se dilucidan también (y quizás por desgracia) cuestiones relativas a intereses, proyectos, ambiciones e inquinas personales», probablemente más de esto último, aunque también un poco de aquello.
Dicho esto, Tamburri muestra sus preferencias, y así sobre el proyecto de Catalán sostiene que «se entrevé sin disimulo aún más regionalismo y todavía mucho menos españolismo; y tras la modernización del partido y de su ideario se ve sin mucho recato cualquier renuncia a los principios fundacionales (adyacentes entonces a los de Alianza Foral Navarra, cuyos votos heredó aunque no su identidad jurídica, no lo olvidemos) que la conservación del poder requiera.». Vamos, que no le hace tilín el corellano.
Sobre su oponente, sin embargo, pone en valor que «la profesora doctora Yolanda Barcina, titulada en la Universidad de Navarra -dato no menor en su caso y considerando su equipo- y funcionaria con destino en la UPNA, tiene un perfil humano diferente. Salió de su cátedra llamada por Sanz para dedicarse a la política; en 2008 y pese a su conocida buena relación con María Dolores de Cospedal no marchó al PP sino que permaneció en UPN donde el mismo Sanz, quizás a cambio o quizás sólo por casualidad, la avaló como su sucesora». Servidora diría que ella le mola más.
Para el profesor Tamburri, Catalán lleva ventaja, pero Barcina tiene sus opciones, porque UPN «es un partido de poder cuyo futuro fuera del poder es dudoso, tanto como las condiciones de vida de muchas personas que se han instalado en el poder», de modo que «Barcina puede en último caso convencer a su partido de que o se le deja dirigir a la vez partido y Gobierno como lo hizo Miguel Sanz o ella no estará interesada en defender el Ejecutivo sólo para que otros tomen las decisiones. Después de mí, el Diluvio». Pues eso, que llueva...