Vuelve la protesta a Barcelona, vuelve la solidaridad con Marcos Andrés Armenteros. Fue despedido de Telefónica después de una baja laboral por enfermedad y la dirección decidió no readmitirle. Tras una primera campaña de huelga de hambre de 23 días en noviembre del año pasado, tiene fuerzas y cuenta con el apoyo de sus compañeros, los grupos políticos de izquierda del Parlament de Catalunya y de colectivos sociales para seguir con esta lucha para seguir en su puesto de trabajo. Se inicia otra nueva huelga de hambre este sábado en Barcelona donde tomarán parte activa 18 personas, dos de ellas son militantes de ESK que se desplazarán desde Bilbo.

La multinacional Telefónica quiere ejemplarizar frente al resto de la plantilla con este trabajador, con 24 años de antigüedad a sus espaldas, y, en cambio, es capaz de contratar a Rodrigo Rato para su negocio, después de que llevara a la quiebra a Bankia y se ha necesitado una inyección de 23.000 millones de los presupuestos públicos para tapar el agujero de este magnate. Rato, antes de recalar en Caja Madrid y después Bankia, estuvo en el Fondo Monetario Internacional (FMI) hostigando con las bondades del sistema neoliberal.

Pero esta vez, la solidaridad con Marcos Andrés Armentos romperá alguna barrera que otra. Un grupo de seis representantes de ESK de Telefónica en Bilbo volverá a mostrar su apoyo, dos de ellos José Garea y Josu Balmaseda, comenzarán la huelga de hambre desde este sábado. La idea fundamental es conseguir «que Telefónica vea que es poco rentable para sus intereses que haya una protesta activa por no readmitir a un trabajador por haber estado de baja por enfermedad» justo cuando se celebra el Congreso Mundial de Teléfonos Móviles que la multinacional, que preside César Alierta, ha organizado después de «poner mucho esfuerzo económico para traer a Barcelona a los líderes mundiales del sector». Balmaseda dejó claro que lo que quieren es que Telefónica «no descanse en paz» y desde luego «vamos a amargar todo lo que podamos ese congreso, para que otras compañías comprendan lo que nos jugamos los trabajadores. Nos queda luchar y en eso estamos dispuestos a hacerlo en apoyo a nuestro compañero».

Antes de llegar a esta situación, centrales sindicales y representantes del arco parlamentario de izquierdas trataron de llegar a un acuerdo con Quim Faura, el representante de Telefónica en Catalunya, y otro «peso pesado» de Madrid, pero «no quiso el acuerdo basado en la readmisión del trabajador, en no aplicar los despidos por enfermedad y permitir que si un juzgado determina que es despido improcedente, sea el trabajador quien elija «coger la indemnización o volver a su puesto», como explicó el delegado sindical de ESK, José Garea.

Seguimos en la brecha

«Como no está cerrado, seguimos en la brecha», dijo Garea. ESK justifica la actitud de cerrazón de Telefónica para reintegrar a la plantilla a Marcos Andrés en «un principio de autoridad», porque es evidente que un trabajador «no puede generar ningún vuelco a las cuentas y a los beneficios de la multinacional». Garea insiste en que «no quiere que se quiebre es decisión por la movilización», pero Josu Balmaseda añade que «no nos dejan otra posibilidad. Tenemos que conseguir que Telefónica no descanse en paz».

«Luchamos contra Telefónica y contra sus decisiones, pero también lo hacemos contra ese modelo de relaciones laborales y sindicales, marcado por la mayorías de CCOO, UGT y el sindicato amarillo UTS y que en ningún caso en los últimos veinte años han cuestionado el modelo de Telefónica. Ha habido acompañamiento con la empresa y en este caso no se implican en la solución», precisa Balmaseda, tratando de explicar lo que está sucediendo.