Aislamiento diplomático y sanciones económicas para frenar la anexión israelí de Jerusalén Este
Los jefes de las misiones diplomáticas de la Unión Europea en Jerusalén y Ramallah han advertido en un informe algo que, a estas alturas, no constituye ninguna sorpresa. A saber, que Israel está perpetuando activamente la anexión ilegal de Jerusalén Este. Consideran que esta colonización sistemática y provocativa pone en peligro la solución de dos estados que haría de Jerusalén la futura capital de Palestina e Israel. Pero mucho antes de esta advertencia, la llamada solución de dos estados ya se tambaleaba moribunda en un proceso negociador que dura ya más de dos décadas sin avances concretos ni perspectivas de que vaya a haberlos. De hecho, en lo que a Israel respecta, desde las orillas del río Jordán hasta el Mediterráneo, desde el Golán al Sinaí, todo le pertenece. Solo ofrece una «solución Bastustán» para Palestina, sin conexión exterior, sin control sobre el agua, limitada a la altura de sus edificios y a la profundidad de sus tumbas.
La UE sabe bien que Israel no está dispuesto a ningún acuerdo, a ninguna concesión, a ninguna retirada. Así las cosas, mejor haría en apostar por el aislamiento diplomático y las sanciones económicas como contribución a la paz.