El de hoy, sin duda, será un día muy especial en la vida de Pablo Berasaluze. En este último día de febrero, el quincuagésimo noveno de 2013, se cumplen dos efemérides que marcaron su vida, profesional y personal. Hace 15 años, el Municipal de Bergara asistió al debut de un joven pelotari de Berriz que, con apenas 18 años, dio el salto a profesionales poco después de haberse proclamado campeón en el DV de aficionados. Justo cinco años después, todo se desmoronó a su alrededor con el inesperado fallecimiento de su padre, un hecho que a punto estuvo de truncar una carrera profesional que, diez años después, atraviesa su momento más dulce, por mucho que su transcurrir por este Parejas no esté siendo tan satisfactorio como esperaba.

Sin embargo, las sensaciones tan distintas que se mezclarán en el recuerdo del delantero de Berriz sirven a la perfección para resumir la trayectoria de aquella promesa que, de la mano de su padrino Rubén Beloki, tan cerca estuvo de calarse una txapela a las primeras de cambio y que, a la misma velocidad, cayó a los infiernos de la pelota, condenado a jugar terceros partidos tan poco acordes a su excelsa calidad rematadora.

Pero es que la trayectoria de Pablo Berasaluze nunca ha sido sencilla. Ya siendo un niño, su propio tío le cerró las puertas del club de Berriz y tuvo que coger su petate y marcharse a la vecina Mañaria, donde sus ganas de jugar a pelota y el apoyo de otro tío, Berasaluze I, consiguieron que su carrera no se terminara a los 13 o 14 años.

Del todo a la nada

Sin tiempo para asentarse ni comprender del todo lo que suponía estar en la elite, Berasaluze VIII pasó a protagonizar estelares, hasta que la fatídica muerte de su padre supuso un punto de inflexión que le llevó a conocer la cara más amarga de la vida, lo que tuvo su consiguiente efecto en su quehacer profesional. Una fuerte depresión y su consiguiente tratamiento apocaron al Pablo persona y al Berasaluze VIII pelotari, en una triste época felizmente dejada atrás.

Tras cuatro años de reconstrucción, la aparición en su vida, casi por casualidad del pelotari Hodei Beobide y la de su todavía hoy botillero Josetxo Areitio obraron el milagro de la recuperación de la mejor versión del delantero de Berriz. La desgracia en forma de enfermedad truncó la carrera de Hodei, pero el apoyo mutuo que los dos pelotaris se ofrecieron y el conocer al exentrenador de la Cultural de Durango y el Deportivo Alavés fueron dos pilares en la recuperación de la mejor versión del delantero vizcaino.

Con el preparador físico a su lado, Pablo Berasaluze ha esculpido su cuerpo para recuperar incluso más del protagonismo perdido, con su participación en el último Cuatro y Medio como mejor exponente. El presente Parejas ha supuesto cierto paso atrás, pero su capacidad para levantarse será importantísima para él mismo y para un Albisu que también empieza a conocer la cara amarga de la pelota.