Señales de reposicionamiento del Gobierno ante la inminencia de la sentencia de Estrasburgo
Acatará pero atacará. En esos términos se expreso ayer el ministro español de Interior ante una posible sentencia contraria a la doctrina 197/2006 de la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Es una buena señal que manifieste públicamente y en sede parlamentaria su intención de acatarla y de no dedicarse a buscar subterfugios y a utilizar malas artes para evitar que el posible fallo contrario se haga efectivo. El ministro recurre al manido argumento de la alarma social pero, en este caso también, la realidad juega en su contra, y articular una campaña que apele a los más bajos instintos de la ciudadanía española -como fue el caso de las liberaciones de los presos vascos Iñaki de Juana o, más recientemente, Iosu Uribetxebarria- no les va a resultar tan fácil. Quizá por ello, echa mano de violadores y autores de crímenes contra menores, pero esa comparación, además de odiosa, choca de frente contra toda evidencia.
Resulta patético ver a Fernández Díaz erigirse en vocero de los ciudadanos españoles. Puede estar tranquilo. Derogar la doctrina 197/2006 no será ninguna ofensa para ellos. Muy al contrario, vascos y españoles, todos ganarán libertad.