La primera jornada del cónclave termina con fumata negra
Una espesa fumata negra se elevó ayer tras la primera votación del cónclave que debe elegir el sucesor de Benedicto XVI al frente de la iglesia católica. Los 115 cardenales electores volverán a reunirse y votar hoy en la capilla Sixtina. Están previstas hasta cuatro votaciones diarias en los próximos tres días hasta que consigan la mayoría de dos tercios necesaria. Miles de fieles y curiosos siguieron desde una pantalla gigante los rituales.
GARA | CIUDAD DEL VATICANO
A partir de las 9.30, los 115 cardenales del cónclave seguirán hoy su reunión secreta en la que comenzarán por invocar al Espíritu Santo con el que esperan obtener una mayoría de dos tercios con la que elegir al nuevo papa de la iglesia católica.
La fumata negra que ayer a las 19.42, indicó que no lo lograron fue acogida con exclamaciones de decepción en la plaza donde miles de curiosos y fieles se reunieron para esperar el resultado de la votación.
El humo negro indicaba que se quemaban todos las papeletas en una vieja estufa para borrar todo rastro de los escrutinios ultrasecretos que los cardenales no pueden revelar.
Previamente, el decano del Colegio Cardenalicio, Angelo Sodano, había oficiado la misa «Pro eligendo Pontifice», seguida por miles de fieles en la plaza, en la que hizo un llamamiento a la unidad en la iglesia y pidió a Dios «otro buen pastor», que «promueva sin cesar la justicia y la paz en el mundo».
Tras la celebración, los purpurados se retiraron a la residencia de Santa Marta, donde se alojarán durante los días que dure el cónclave. Más tarde, de allí se dirigieron en procesión en la capilla Sixtina, con sobrepellices blancas recubiertas de una capelina púrpura y cantando una letanía. Tras inclinarse ante el altar se sentaron en sus lugares previamente asignados bajo los frescos de Miguel Ángel.
Por turno, juraron en latín sobre los evangelios, «guardar el secreto absoluto sobre todo lo que concierne directamente o indirectamente a la elección del soberano pontífice».
Según el estricto ritual, heredado en gran parte de la Edad Media, y retransmitido en directo en una gran pantalla en la plaza de San Pedro, el conductor de las celebraciones litúrgicas pronunció la fórmula «extra omnes» (todos fuera), con lo que abandonaron el lugar oficiantes, maestros de ceremonias, periodistas e incluso el secretario personal de Joseph Ratzinger, Georg Gänswein. Las puertas se cerraron anunciando el inicio del cónclave. Antes, los cardenales electores que con cuenta en la red social Twitter se despidieron de los fieles con alusiones al amor y a «la misericordia de Dios». En la plaza, la lluvia dispersó a los concentrados, pero tras el «extra omnes» y el fin del aguacero, curiosos, turistas, creyentes envueltos en sus banderaso religiosas cantando en italiano «el nuevo papa, el nuevo papa, quién será, quién será, quién lo sabe, quién lo sabe». volvieron a la plaza mirando hacia la chimenea, ya apenas distinguible en la noche.
A partir de hoy están previstas hasta cuatro votaciones cada día, dos por la mañana y dos por la tarde. Según los vaticanistas, y salvo sorpresa, el cónclave será breve, de cuatro días como máximo.
Electores y elegibles
Los 115 electores han sido designados por Juan Pablo II o Benedicto XVI, lo que da una idea de su orientación conservadora y de la decena que se citan como «papables». La lista y las casas de apuestas sitúan como favorito al italiano Angelo Scola. En cualquier caso, más preocupados por impedir que la influencia de la fe católica no se diluya que de afrontar reformas sociales. Se consideran «guiados por el Espíritu Santo» y tendrán que elegir entre ellos a uno que sea capaz de hacer frente a la crisis de la Curia romana, el gobierno de la iglesia por el escándalo Vatileaks y las disputas internas .
La elección del pontífice 266 pone fin a cuatro semanas agitadas desde el anuncio por sorpresa el 11 de febrero de Benedicto XVI de su renuncia a la edad de 85 años y que, ya como «papa emérito», asiste a la elección de su sucesor desde su residencia de Castel Gandolfo, a unos 30 kilómetros de Roma.
«Les exhorto a comportarse de manera digna, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándose recíprocamente con amor, tratando de conservar la unidad del espíritu a través del vínculo de la paz», dijo el cardenal Sodano en la misa previa.
Angelo Scola: 72 años. Italiano. El que más suena como próximo papa. Nombrado en 2011 en el importante puesto de arzobispo de Milán por Benedicto XVI, es considerado como de gran cultura y conservador. Próximo al expapa, ha creado la revista «Oasis», desarrollando el diálogo con el islam.
Odilo Scherer: 63 años. Brasileño. Arzobispo desde 2002 de la mayor diócesis de Latinoamérica, Sao Paulo. Con experiencia y apoyo en la Curia, se le tiene por buen gestor de su diócesis.
Marc Ouellete: 68 años. Quebequés. Uno de los más «ratzingerianos» de la Curia, donde ha sido prefecto de la Congregación para los obispos desde 2010. Apreciado en Latinoamérica, de gran cultura, pero impopular en su tierra por su fuerte conservadurismo.
Peter Erdö: 60 años. Húngaro. Arzobispo de Budapest. También conservador, preside la Conferencia de Conferencias Episcopales de Europa.
Crhistoph Schonborn: 68 años. Austríaco. Arzobispo de Viena. Alumno de Ratzinger. Ha tomado postura ante los escándalos de pedofilia.
Franceso Robles Ortega: 64 años. Mexicano. Arzobispo de Guadalajara y presidente de la Conferencia Episcopal de su país.
Sean O'Malley. 68 años. Cardenal de Boston. Capuchino, ha luchado contra la pedofilia en su diócesis.
Timtothy Dolan: 63 años. A la cabeza de la diócesis de Nueva York.
Wilfrid Napier: Sudafricano. 71 años. Arzobispo de Durban, ha declarado que el nuevo papa debe liderar una «rebelión espiritual» en la iglesia.
Luis Antonio Tagle: Arzobispo de Manila. 55 años. Popular en Asia, representa una iglesia más dinámica. GARA