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FORO SOCIAL POR EL PROCESO DE PAZ

Afrontar el pasado, una cuestión aún más compleja de lo que parece

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Ramón SOLA | BILBO

Al igual que se constatara el jueves con la cuestión del desarme, el tema de «cómo afrontar el pasado» es mucho más complejo y abierto que lo que se presenta generalizadamente. Lo destacaron tres expertos en la última mesa redonda de este Foro Social. El sudafricano Brandon Hamber, ahora residente en el norte de Irlanda y profesor en la Universidad del Ulster, explicó el porqué: «El conflicto crea simplicidad, las partes se limitan a establecer qué es el bien y qué es mal. Afrontar el pasado es mucho más complejo y por eso se convierte en algo muy difícil». Puso como ejemplo el de una madre de un conflicto centroamericano que siempre pensó que a su hijo lo había matado el enemigo, hasta que le tocó encarar el pasado real y descubrir que en realidad sus compañeros acabaron con él al creer que era un infiltrado.

Así que no valen recetas simples. Y de hecho, añadió Hamber, primero hay que preguntarse si se quiere o no afrontar ese pasado. Es ahí donde casi todos los intervinientes acabaron por recordar que el Estado español no lo ha hecho con su realidad más reciente, el franquismo.

Colm Campbell: «No parece que en el País Vasco todo sea el mero fin de una ola de delitos»

Fue el profesor irlandés Colm Campbell quien más incidió en esta cuestión, puesto que considera que el «pacto de olvido» español sobre el franquismo condiciona a su vez la «transición vasca». Un caso, por cierto, que le interesa especialmente; lo citó como «uno de los cuatro grandes» conflictos recientes merecedores de análisis, junto al irlandés, al sudafricano y al palestino-israelí.

Atendiendo a la «fuerte resistencia española» a afrontar su pasado -puso sobre la mesa lo ocurrido con el juez Baltasar Garzón-, Campbell mostró dudas sobre cómo esta cuestión puede ser utilizada de modo positivo para la solución del conflicto con Euskal Herria. Hizo hincapié en que obviamente habría que revisar todo lo ocurrido también en estos 40 años posteriores a la guerra de 1936 que se quieren pasar por alto. Y que también cabe preguntarse «por qué siguió la violencia al terminar la dictadura».

Su intervención en el Teatro Campos Elíseos, en resumen, se convirtió en un alegato algo irónico sobre las lecturas reduccionistas e interesadas de este tema. Así, apuntó que conoce cuáles son los cambios producidos en la composición de las instituciones vascas por la decisión de ETA de poner fin a la lucha armada, por lo que negó que se pueda considerar la situación actual «como el mero fin de una oleada de delitos, o como pudo ser en su día el fin de dos décadas de violencia de Baader-Mainhof».

En su opinión, viendo esos vuelcos electorales está claro que «hay algo más». Para Campbello, por tanto, si se quiere encarar el pasado hay que leerlo en su integridad, incluida la página de las décadas de franquismo, aunque no sabe si Madrid está dispuesto a ello.

Brandon Hamber: «No necesitariamente hay que buscar una verdad única»

Hamber combatió otro tópico muy vigente para ciertas fuerzas políticas en Euskal Herria: el del relato único. «No necesariamente hay que buscar una verdad única y compartida», dijo. Y lo explicó recordando que sencillamente ciertas veces será inviable lograr ese suelo común. De hecho, expuso, hay procesos de solución en el planeta en los que se ha llegado incluso a «pactos sobre las mentiras que son tolerables», de modo que cada parte mantenga su narrativa propia del pasado.

En esta misma línea, añadió que otra opción posible es renunciar directamente a afrontar lo ocurrido, si bien él no la cree deseable porque la experiencia le dice que esa desmemoria «no funciona». Y aquí de nuevo apareció sobre la mesa el Estado español. Hamber narró que cuando vivía en Sudáfrica todo el mundo allí pensaba que «a España le había ido bien sin afrontar su pasado, que era un país en progreso. Sin embargo, vemos que ahora el tema del franquismo ha resurgido y que eso provoca ciertos conflictos».

Puestos a encarar lo ocurrido y el dolor acumulado por el conflicto, Hamber citó la fórmula de las comisiones de la verdad, pero recordó que si bien ello ha servido en Sudáfrica no ha sido posible en Irlanda: «Simplemente, no hay consenso». Aportó otras ideas como utilizar centros de la memoria, museos...

Andy Carl: «Las conversaciones son difíciles, pero unen»

La mesa redonda fue abierta por Andy Carl, cofundador de la ONG Conciliation Resources y que tiene experiencia en países como Uganda, Somalia, Sri Lanka, Filipinas, Colombia, Kurdistán... Su intervención incluyó una intensa apología de la comunicación como única opción de avanzar hacia las soluciones. «Las conversaciones son siempre difíciles, pero unen a las personas», resumió.

Puso múltiples ejemplos, algunos remotos y extremos como el de las comunidades de Georgia y Abjasia, enfrentadas hasta el punto de que ni siquiera conocían sus realidades diarias mutuas. Explicó que finalmente se logró que familias de ambos lados narraran sus experiencias del conflicto ante una grabadora y que el producto resultante «se emitió y se convirtió en algo muy popular, incluso divertido, funcionó». También evocó los intercambios entre mujeres colombianas y filipinas para conocer sus respectivos procesos de solución.

Otras veces la incomunicación no tiene que ver con desconocimiento mutuo, sino con la falta de voluntad para entenderse. Carl justificó esta realidad, más reconocible en Euskal Herria, señalando que tras un largo conflicto «es como si hubiéramos sufrido un ictus; tenemos que recuperar técnicas básicas de entablar conversaciones» con la otra parte. Aquí reivindicó el papel de «intermediarios», aunque con cierta sorna: «Son gente de la que no te puedes fiar, porque cambian de chaqueta».

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