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El boicot de los independentistas del Sur empaña el diálogo en Yemen

El diálogo nacional en el marco de la transición controlada en Yemen arrancó ayer con importantes ausencias. La más importante es la del sector independentista del Movimiento Sudista. Figuras de peso en la revuelta popular han criticado igualmente el modelo de «transición» impulsado por las monarquías del Golfo -y EEUU-. Un modelo que condiciona evidentemente el diálogo y sus resultados.

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GARA | SANA´A

«La cuestión del Sur es la clave» de Yemen, reconoció el presidente, Abd Rabbo Mansur Hadi, al inaugurar el diálogo nacional en su Palacio Presidencial.

Sucesor del expresidente Ali Abdallah Saleh pero dirigente de su misma formación política, el Congreso Popular General (GPP), Hadi advirtió de que «el que busque imponerse por las armas afrontará una derrota total», en referencia a los independentistas del Movimiento Sudista, liderados por el que fuera presidente del Sur Ali Salem al-Baid y quien desde su exilio en Líbano exige la secesión de un territorio que fue independiente hasta 1990 y ha boicoteado el diálogo.

Mientras Hadi ofrecía su discurso, un militante independentista moría por disparos de la Policía en Tarim, en la provincia de Hadramut (sur). Convocadas a una jornada de desobediencia civil, miles de personas salierton a las calles en pueblos y ciudades del sur, incluida su capital, Aden. «No al diálogo, sí a la independencia», reclamaban los manifestantes, que portaban retrados de Al-Baid y del dirigente sudista Hassan Baoum.

El gubernamental CPG (112) y el Movimiento Sudista (85) son los grupos con mayor número de delegados en el diálogo (un total de 565 representantes).

Críticas desde la revuelta

La deserción sudista no es la única. La premio Nobel de la Paz Tawakkol Karman anunció su boicot a la conferencia por la marginación de los jóvenes que lideraron el levantamiento popular y por la participación inflada de los que les reprimieron.

Los Jóvenes Revolucionarios estarán representados por 40 delegados, los mismos que se reparten las Mujeres Independientes y las organizaciones de la sociedad civil.

Karman, icono del movimiento, acusa al Gobierno de unidad nacional de no haber aplicado los términos del acuerdo que forzó la salida del poder de Saleh hace un año. «Antes de esta conferencia habría que haber reunificado el Ejército, castigar a los políticos corruptos que siguen en sus puestos y a los que reprimieron las protestas», recordó.

Cuestión sectaria

El diálogo afronta más obstáculos. El influyente líder tribal Hamid al-Ahmar, quien debía formar parte de la delegación (50 miembros) del partido islamista Al-Islah decidió boicotear el diálogo por el hecho de que la rebelión zaidí (chií) acapare los asientos reservados a la provincia norteña de Saada.

Finalmente, cuatro pequeños partidos han mostrado sus reservas sobre la lista de participantes, que se completa con el Partido Socialista Yemení (en su día en el poder en el sur), el partido unionista nasseriano, el Baath y otras formaciones salafistas y liberales.

El presidente Hadi no solo cuenta con la representación para su partido de un quinto de los delegados. Se reserva, asimismo, el poder para nombrar a los 62 que quedan y repartirlos entre líderes tribales, jefes religiosas y minorías como los judíos.

Con esos mimbres, el presidente apostó por un «Estado moderno» e instó a las fuerzas políticas «a hacer concesiones para asegurar el éxito del diálogo nacional, un hito» en la historia del país. Un hito controlado desde el inicio por las monarquías arábigas del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), principal impulsor, junto con EEUU, de la «transición» que impidió el triunfo de la revuelta yemení retirando de la primera línea al expresidente Saleh pero manteniendo intacto su entorno político y militar.

El diálogo cuenta asimismo con el aval de la ONU, cuyo emisario Jamal Benomar calificó el momento de «histórico» aunque recordó que en el Sur «persisten injusticias que resolver» y que «las guerras de Saada han provocado heridas profundas», en referencia a la rebelión chií.

Analistas como Abdel Ghani al-Ariani reconocen que, con los sudistas divididos entre federalistas e independentistas, el inicio del diálogo es puro protocolo». El Sur reclama la integra- ción o compensación por el despido abusivo de 60.000 funcionarios, militares y policías tras el intento de secesión de 1994 y la devolución de tierras confiscadas por nordistas.

La conferencia de diálogo, que durará 6 meses, debería permitir elaborar una Constitución y preparar elecciones para febrero de 2014, poniendo así fin a dos años de «transición».

Las autoridades han prohibido llevar armas en Sanaa y en las otras ciudades que acogerán el diálogo, que tiene previsto celebrar sesiones en Aden (sur) y en las sedes de la Liga Árabe (El Cairo) y del CCG, verdadero cerebro de la iniciativa, en Riad.

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