Tras el cónclave en el que Francisco I salió elegido jefe de la Iglesia católica en el Vaticano, se celebró el Congreso de UPN en el Baluarte. La reelección por los pelos de Yolanda Barcina como presidenta del partido pareció satisfacer a la prensa del extremo centro.

El mismo domingo, Pedrojota aseguraba haber colaborado con el triunfo de Barcina, por lo que se mostraba contento (también se atribuyó la victoria en las últimas elecciones catalanas por la publicación de los informes policiales que el ministro de Interior aseguró que no eran oficiales), y ayer, «El Mundo» afirmaba en un punto editorial que esa victoria «evita la crisis en Navarra», lo que parece mucho afirmar a estas alturas. Y recordaba su apoyo a la presidenta navarra: «Como decíamos en nuestro editorial del sábado, la victoria de Barcina era la única solución para evitar su dimisión al frente del Gobierno navarro y una convocatoria anticipada de elecciones autonómicas». O sea que se trataba de evitar la convocatoria de elecciones para evitar a su vez la crisis... Claro que al final aclaraba qué es para «El Mundo» «la crisis», asegurando que Barcina es «la mejor opción no solo para UPN sino también para frenar el avance nacionalista en Navarra».

En información interior, Ángeles Escrivá decía que el asunto de las dietas «ni por un momento fue mencionado», y tomaba el pulso a algunas y algunos militantes asistentes al Congreso. El resultado era cuando menos curioso. Las dietas no les parecían bien, pero «lo hace todo el mundo», decía uno. Otra aseguraba que no han hecho nada mal «porque estaba estipulado», y decía que ella «no habría devuelto el dinero». Y esas y esos son quienes que temen «el avance nacionalista».

«Abc» incluía a Barcina en su sección 'Protagonistas' dedicándole una flecha hacia arriba, y «La Razón» titulaba uno de sus «puntazos» «Navarra y España necesitan a UPN fuerte». No, no es que hayan dejado de apoyar al PP, sino que, repetía, «La victoria de Yolanda Barcina en el Congreso de UPN ha sido positiva para Navarra y para España», y afirmaba que su reelección «debe traducirse en un plus de estabilidad para una formación clave en la gobernabilidad de un territorio acosado por los nacionalistas vascos y los proetarras». Ya, cuando se trata de justificar lo injustificable, acuden al comodín de siempre. El caso es que el mayor acoso que sufre Nafarroa es el de la imposición, el caciquismo y el mangoneo.