Belén MARTÍNEZ Analista social
Operation Iraqi Freedom
Elfriede Jelinek escribió «Bambiland» al inicio de la guerra contra Irak. Al parecer, el título adopta el nombre del parque de atracciones infantil construido por Marko (hijo de Slobodan Milosevic). También podría ser un préstamo literario de «Babilan», la revista editada por Uday Saddam Hussein Al-Tikriti (hijo de Saddam Hussein).
Jelinek critica la manipulación llevada a cabo por la televisión, al transmitir un conflicto quasi virtual: «No es de extrañar que los tomahawks caigan algunas veces al lado. Es lógico. Si el adversario no está allí donde debería estar... Y, sin embargo, hemos mejorado considerablemente la técnica». Dick Cheney y la corporación Halliburton tampoco se libran del sarcasmo de la escritora galardonada con el premio Nobel.
Un año antes de la Operación Libertad Iraquí, en »Why are we at war?» (¿Por qué estamos en guerra?), Norman Mailer denunciaba el estado en que se encontraba la América de entonces, calificando la situación de «pre-totalitaria». Y alertaba: «El fascismo no surgirá mediante un partido político, ni de las camisas negras o pardas. Habrá primeramente un recorte en las libertades fundamentales... A fin de cuentas, la democracia no se lleva bien con la seguridad». Ya se vislumbraba la guerra.
Nunca se encontraron las armas de destrucción masiva. Todo fue una patraña, un pretexto para justificar lo injustificable. Una década de ocupación neocolonial y de expolio. 120 meses de muerte y desolación. 3.650 días de humillaciones y torturas. 10 años de resistencia. En marzo de 2003 un grito recorrió el mundo. Hoy, como ayer: Ez nire izenean! ¡No en mi nombre! Pas en mon nom! Not in our name!