«Me estoy preparando para hacer un llamamiento el 21 de marzo, el día de la celebración del Newroz (Año Nuevo kurdo). Una declaración que va a ser histórica», anunció ayer el histórico líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdullah Oçalan, encarcelado a perpetuidad en la isla-prisión de Imrali, a través de un mensaje entregado a una delegación del Partido por la Paz y la Democracia (BDP) y leído por su copresidente Selahattin Demirtas. Turquía espera que ese anuncio, que se realizará en el marco del proceso de diálogo entre la guerrilla y el Gobierno de Ankara, sea un alto el fuego y la posible retirada de los guerrilleros a Kurdistán Sur.

Esa posibilidad la confirma Oçalan, según algunas interpretaciones, cuando añade en su mensaje que su anuncio «incluirá información satisfactoria acerca de la dimensión política y militar de una solución (al conflicto). Queremos resolver la cuestión de las armas rápidamente, sin perder más tiempo ni una vida más».

Señala, además, que «el proceso actual avanza por buen camino. Nuestro objetivo es la democratización de toda Turquía. Nuestros esfuerzos están orientados a la democratización de toda Turquía».

En el marco de ese diálogo, las autoridades de Ankara han permitido, desde su inicio en diciembre, dos visitas de diputados del BDP al líder kurdo. Un fuente cercana a este partido indicó a AFP que ayer u hoy podría tener lugar una tercera.

Los medios turcos llevaban días especulando con que Oçalan podría anunciar un alto el fuego coincidiendo con el Newroz, una posibilidad que ha ganado cuerpo con este mensaje y que podría suponer el repliegue guerrillero al sur de Kurdistán.

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, dio semanas atrás garantías de que el Ejército no atacaría a los integrantes del PKK durante el eventual repliegue.

Su ministro de Justicia, Sadullah Ergin, sostuvo en una entrevista televisada que el alto el fuego y la retirada deben darse de forma «simultánea», y volvió a descartar una amnistía general.

El domingo, Erdogan habló de «bellos avances» y futuros «días preciosos», lo que dio lugar al optimismo, aunque Ergin declaró que no hay «ninguna garantía de éxito» del proceso de diálogo.