Cerca de doscientos programadores, distribuidores y productores, la mayoría del Estado, aunque también hay internacionales, se encuentran estos días en Donostia con motivo de la nueva edición de dFERIA, una feria-festival que coordina Norka Chiapusso dedicada a las artes escénicas. Dejados atrás los problemas del pasado -al menos de momento y si no hay más recortes, aunque por este año dFERIA parece que se libra-, parece que esta cita que busca ser una plataforma de contacto y ventas de espectáculos está consiguiendo estabilizarse.

Habrá que esperar a conocer los datos de ventas, pero, respecto a su vertiente de festival de teatro, parece que va ganando en apoyo de público. De las 1.000 entradas vendidas hace tres años, pasaron el anterior a 1.600 y, según datos de su director, se prevé que en esta edición estén sobre las 2.000.

Demasiado pronto todavía para hacer un balance, Chiapusso sí se mostraba ayer satisfecho por el hecho de que sus apuestas para este año hayan sido bien recibidas. Se refería principalmente a la «Antígona oriental», un viaje a las tinieblas de la dictadura militar uruguaya, que puso en pie la noche del martes al aforo del Teatro Victoria Eugenia -y ya se sabe que eso no es fácil en Donostia, con fama de público frío-. Otros que han gustado han sido «Ojos en la nuca», de Ai Do Project, y también el espectáculo de Asier Zabaleta «NAN», para el que todo son buenas palabras. La sorpresa, tal vez, pueda surgir con cosas más pequeñas, como «On egin», la versión libre de «Hansel y Gretel» de Borobil taldea, un grupo que el año pasado vendió numerosas actuaciones de su «Ali Babá y los cuarenta ladrones».

La anécdota de la edición de este año posiblemente tenga el nombre de la playa de la Zurriola. La compañía guipuzcoana de danza Dantzaz iba a bailar su «Naufragoak» la noche del martes en la playa. Es un montaje con coreografía de Josu Mujika, sobre textos de Joseba Sarrionandia, sobre música de Ken Zazpi, Ruper Ordorika y Deabruak Teilatuetan, entre otros. La cuestión es que, por el mal tiempo, estuvo a punto de suspenderse y se bailó finalmente en la terraza del Kursaal ante un público formado por unas 400 personas. Para bailar en la playa debían de haber pedido además un permiso a Costas, al Ministerio de Agricultura, con una antelación de al menos seis meses: «Que sepamos que tenemos un marco incomparable, pero que las tres playas no pueden ser utilizadas para el arte».

La oferta de hoy: Kukai y Tanttaka, con «Komunikazioa/Inkomunikazioa», el humor de Sexpeare... Todo en www.dferia.com.