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Joseba Izaga Urrutia Delegado de LAB en el Gobierno Vasco

Erkoreka, estos presupuestos matan

Si el sector público renuncia a la función tractora de la economía y regala a Confebask el incremento de jornada para subir las horas en los convenios colectivos, el futuro de la juventud vasca se apaga

Tal vez la frivolidad con que se manifestó ante la modificación de la jornada en la Administración General Autonómica por parte de su Gobierno no fue meditada por su parte. Súmele a este hecho la pérdida de días libres y los días de antigüedad.

Se refirió públicamente a que el Gobierno de Urkullu, del que es portavoz, reconocía que habría daños colaterales. Pues ya los hay. Miles de compañeras y compañeros que durante décadas han trabajado con la plantilla fija desaparecen gracias al incremento de días laborables y al aumento de jornada.

Cada día que nos levantamos para venir a trabajar las emisoras de radio dicen que la tragedia del desempleo crece como una mancha mortal, lo mismo repiten a lo largo del día los diarios o informativos televisivos. Y justo después de que el Gobierno del PSOE se haya ido, por cierto, sin que la inmensa mayoría de sus exaltos cargos hayan devuelto el importe de la extra que cobraron a diferencia de la plantilla, llegan ustedes y no se les ocurre nada mejor que sumarse a la cruzada del PP y la CEOE en favor del incremento de jornada.

Lo hacen justo cuando el sentido común nos lleva a la reflexión de que hay que trabajar menos para trabajar todas las personas. Señor Erkoreka, el incremento de jornada supone un fraude a más de 9.000 compañeras y compañeros que ven con preocupación cómo se acaba su vida laboral mientras sus propuestas surgidas del mundo privado arrasan con todo el sector público vasco.

Nos queda una mala papeleta. Si el sector público renuncia a la función tractora de la economía vasca y regala a Confebask el incremento de jornada que esta organización empresarial utilizará para subir las horas en los convenios colectivos de la CAV, el futuro de la juventud vasca se apaga. Sobre todo se apaga el presente de miles de personas nada jóvenes que hasta hoy han trabajado con normalidad.

No voy a entrar en la crítica al TAV, a la incineradora de Gipuzkoa, al BEC que se muere o a la Super Sur incomprensible, amen de otro sin fin de obras de todo tamaño, ni en los escandalosos blindajes de técnicos o cargos políticos; últimamente hasta se ven blindajes de auxiliares administrativos pata negra. Sería fácil decir que si ese dinero no se hubiese ido por las alcantarillas o no se hubiese pegado a demasiadas manos, junto con otras inversiones innecesarias, hoy no estaríamos así. Pero la solución no pasa por los recortes, pasa por que devuelvan lo robado quienes se lo han quedado, quienes se han enriquecido en los años dulces de la partitocracia. Las aclaraciones de esos fiascos corresponden en principio al ámbito institucional, además de al ámbito judicial, si procede. Aquí hablamos de la gestión en el presente.

Ahora es el tiempo de levantar la voz y tomar la palabra en defensa de las condiciones laborales dignas, de los salarios suficientes para vivir y no para so- brevivir; es el momento de exigir que se mantenga el empleo eventual sin merma alguna. Sobre todo, es hora de indicar a quienes integran el Parlamento de Gasteiz que si aprueban los presupuestos del paro, están aprobando unos presupuestos de mise- ria, de desempleo, de ataque a la vida y a la convivencia personales y familiares. De despidos sin retórica alguna.

Porque señor Erkoreka, como la clase política conoce mejor que nadie, sin presupuestos no hay gestión posible y sin sueldo no es posible vivir. No olvide los pagos de las hipotecas, alimentos, comida, viajes, estudios de las hijas e hijos del personal eventual, de nuestras compañeras y compañeros.

Me da la impresión de que el sistema, tan querido por las derechas de Navarra, de Gasteiz o de Madrid, ha llegado a su fin. Ya no nos proponen nada para el presente ni para el futuro, ninguna salida. Se acabó su tiempo. Solo nos dicen que los sectores populares deben resignarse, o huir del dolor inmenso, del fracaso personal o familiar en la forma terrible en que estamos viendo cuando la oscuridad se impone.

Cada una de esas víctimas del dolor, de la impotencia, sean personas solas o familias destrozadas se nos hace insoportable. Si el sistema que ustedes impulsan ha fracasado, no entorpezcan el futuro tratando una y otra vez que los efectos de la colosal estafa y robo descarado de las últimas décadas la paguemos los sectores populares.

Las trabajadoras y los trabajadores del sector público somos parte del pueblo trabajador, en absoluto somos personas privilegiadas y nuestro tributo desgraciadamente lo pagamos con dinero, con pérdidas de derechos, pero sobre todo lo pagamos con dolor, rabia e impotencia. En ocasiones, irreversibles.

Sepa sin embargo usted y sepa  su Consejo de Gobierno que no nos resignamos, lucharemos por la vida y el derecho al trabajo de todas y de todos, no le quepa duda alguna. En las administraciones, y junto a quienes luchan por el empleo día a día en las calles, si ustedes se convierten en el Gobierno de los despidos de eventuales.

Es tiempo de luchar, no es tiempo de lamento, porque otra vida es posible.

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