Basta repasar la trayectoria vital de las doce personas que han suscrito la declaración «En el camino de la paz, respetad los derechos de las personas presas», para concluir que quienes insisten en obstaculizar el proceso cada vez van a tener más complicado desacreditar a las personalidades internacionales que apuestan firmemente por él. El listado incluye voces cualificadas del ámbito sindical, jurídico y de la defensa de los derechos humanos, que se dirigen a las autoridades españolas y francesas de forma clara y sin eufemismos para instarles a que desactiven las medidas de excepción que se aplican a las presas y presos vascos. Voces que abogan, asimismo, por construir un espacio político de diálogo.

La implicación de personalidades de talla internacional está siendo una de las características principales del camino emprendido por este país hacia la superación del conflicto. Tanto cuantitativa como cualitativamente, la participación de agentes de otros países está logrando situar el proceso vasco en el tablero mundial, rompiendo el cerco informativo que sobre Euskal Herria siempre ha querido imponer el Estado español. Y está dejando cada vez más de relieve las posiciones de todas las partes implicadas. Ese es precisamente el temor de los mandatarios españoles, sabedores de que su actitud saboteadora no es capaz de pasar el test de calidad de ninguna mentalidad democrática.

Iniciativas como esta siempre son bienvenidas en un pueblo que asiste atónito al espectáculo que algunos de sus representantes están ofreciendo en un momento histórico crucial. Y es que está actitud decidida que llega de fuera de nuestras fronteras, contrasta con la posición que mantienen algunos agentes vascos, incapaces de ofertar nada positivo. Desgraciadamente, si esta misma declaración hubiera sido votada el viernes pasado en Gasteiz, seguramente no habría salido adelante, porque algunos que en 2011 estuvieron en Aiete habrían votado en contra o se habrían abstenido.