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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Mucha bilis para empezar la semana

Los lunes suelen ser días de coger el ritmo poco a poco, intentar cambiar el chip del fin de semana y tratar de acomodarse, sin prisa, a la rutina semanal. Pero ayer servidora se espabiló de inmediato al encontrar en «El Correo» uno de los artículos con más mala baba en mucho tiempo. Lo firmaba Rogelio Alonso y parecia escrito con bilis. Así empezaba el primer párrafo: «La izquierda nacionalista radical y ETA encuentran aliados en algunos partidos democráticos al exigir una `flexibilización de la política penitenciaria'. Ese eufemismo aparentemente inocuo esconde la exigencia de injustos beneficios para terroristas condenados por delitos de extrema gravedad». Con semejante inicio, pueden imaginarse cómo sigue el texto. Alonso, que es profesor de la Universidad Juan Carlos I y según cuentan asesor del ministro de Interior español, escribe en el diario de Vocento perlas como que «quienes apelan a la `realidad social' y al cumplimiento de la ley para propugnar una impunidad encubierta ocultan que negar a los presos de ETA inmerecidos beneficios no solo es legal sino, además, eficaz». ¿Negar inmerecidos beneficios? Podrían empezar por no aplicarles una política de excepción a ellas y ellos, y a sus familias. Eficaz dice, sí, para extender dolor y sufrimiento.

El asesor en cuestión, critica también «la impunidad política de la que hoy gozan los representantes de ETA en las instituciones democráticas des- pués de que su legalización llegara sin la disolución de la banda». ¿A qué se refiere este personaje cuando habla de impunidad política? ¿A hacer el mismo trabajo que el resto de representantes políticos? Todo un demócrata el fichaje de «El Correo». Luego, para marcar el paso a esos «partidos democráticos» de los que hablaba, apunta que «las reivindicaciones a favor de los presos etarras, ya sea en la forma de excarcelaciones anticipadas y escalonadas o acercamientos, no son ajenas a los objetivos políticos del movimiento terrorista», de modo que «se corre el riesgo de legitimar la narrativa terrorista que ha presentado la democracia española como carente de legitimidad, justificando en consecuencia el terrorismo». ¿Carente de legitimidad? Carente de todo, porque la democracia española no existe.

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