CRíTICA teatro
Crisis sobre crisis
Carlos GIL
Este montaje ha logrado lo imposible: hacerla aburrida, inane, asumible, insufriblemente pequeño burguesa. Como si la crisis de la que habla su director sea una crisis de entidad teatral, de mirada política a un texto eminentemente político, convertido casi en una comedieta de “boudoir “. No es un problema de economía de medios, el texto es tan potente, que no necesita nada más que un espacio, actores o actrices que lo entiendan y se quemen en al hoguera de una textualidad orgánica, no sicologizada como aquí sucede, una idea del mundo clara y los elementos imprescindibles.
Esta “versión” del propio director la ha dejado sin capacidad para inquietar a nadie. No sucede nada, se dice un texto de Genet como si fuera otra cosa, y en esa acumulación de errores se va creando la gran crisis: todo es increíble. Pese a que Tomás Pozzi, dando vida a la Señora intenta, por un camino más esperpéntico, crear alguna fricción. No sucede nada, porque está todo encorsetado, está todo colocado en otra clave, nada genetiana. En una propuesta verbalista, sin acciones, con interpretaciones planas, desleídas, televisivas