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Maite SOROA

Generoso «casi rey»

Con motivo del vigésimo aniversario de la muerte de Juan de Borbón, padre del actual monarca español, «Abc», el domingo, y «La Razón», ayer, ofrecían sendos reportajes destacando el sacrificio de ese señor que «renunció» a reinar.

«Abc» titulaba su editorial «Aniversario de un gran español». En el interior, páginas y páginas de peloteo y empalagosa apología de la mornarquía: «Don Juan sabía que, por encima de sí mismo, tenía que pensar en España. Y eso podía implicar un gran sacrificio». Lo curioso es que logran transmitir la impresión de que ellos mismos se lo creen.

«La Razón», ayer, concentraba en un pequeño punto editorial tal cantidad de melonadas que es preciso reconocerle algún mérito. Bajo el título «Don Juan, memoria de un español ejemplar», aseguraba que el «éxito» de la transición española «no habría sido completo sin la generosidad y la vocación de servicio a España que demostró siempre Don Juan de Borbón». Y lean lo que distinguió «la larga travesía que el Conde de Barcelona hubo de afrontar durante el franquismo»: «su voluntad de devolver al pueblo español su soberanía y de hacer de la Monarquía el lugar de encuentro de todos los españoles». En fin, considerar la monarquía lugar de encuentro de nada tiene su guasa, pero es que, además, decía que lo consiguió «plenamente en la persona de su hijo, el Rey Don Juan Carlos». Servidora se sabía otra versión: un señor llamado Francisco Franco eligió al hijo para ese puesto y su padre, le pareciera bien o no, tuvo que aceptar.

El mismo diario incluía en su cuadernillo especial el «testamento abierto de Don Juan» y la colaboración de Alfonso Ussía, que sabe mucho de esa familia real y por fin nos liberaba de la duda que cada noche nos arrebataba varias horas de sueño: «Ni tan pobre ni tan rico». Resulta que Juan de Borbón «al morir tenía algo más de seis millones de euros», pero aseguraba Ussía que «vivió pobre, porque sólo a partir de su vuelta a España, mediante las ventas de los Palacios de Miramar y La Magdalena por una contraprestación ridícula, y la de Villa Giralda en Estoril, su economía se vuelve desahogada». Vamos, que hasta entonces fue poco menos que un desahuciado. Y que quede claro: «Don Juan nunca fue un derrochador, pero sí generoso. Y mucho con los que le sirvieron durante decenios». Pues una que, al parecer, no es tan pobre como fue el padre del rey español, jamás ha tenido sirvientes.

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